Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 20 de agosto de 2020

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

 

Artículo que será publicado en el Diario ULTIMA HORA de Palma, el próximo sábado día 22 de Agosto

 

SOLUCIÓN FINAL

Julián Delgado. Escritor

 

La generación que nació durante la guerra o cerca, los viejos rockeros, hoy octogenarios, por lo menos, son aquellos que pasaron una infancia de miseria, entre la pobreza, el estraperlo, la tisis, los sabañones, el hambre, el boniato, la muñeca de cartón y la pelota de trapo.  Su adolescencia fue sin aviones, casi sin coches, sin ducha ni agua caliente, con la suela de los zapatos agujereada, sin antibióticos... y la tecnología que utilizaban era la pizarra personal y el pizarrín. 

Son los que en los años sesenta trabajaron a destajo en España o Alemania, con pluriempleo, que se compraron la primera nevera a plazos con letras y consiguieron que, a base de su sacrificio, sus hijos hicieran una carrera o aprendieran un oficio y tuvieran una vida mejor que la suya y, de paso, colocaron a España entre las primeras economías en desarrollo.

Fueron sometidos a permanentes procesos de ajustes adaptativos en ideología, educación, costumbres, modas, gustos, lenguaje, relaciones interpersonales y prácticas sociales.  Han vivido importantes cambios y mutaciones de toda índole, difíciles de imaginar en una sola generación.

Son los mismos que luego supieron transitar de la dictadura a la democracia de una manera ejemplar, que asombró al mundo, mientras sufrían la lacerante acción del terrorismo de toda laya. Y fueron, también, los que consiguieron desarrollar una democracia plena en paz y dar a este país los mejores años de prosperidad y libertad de su historia.  Envejecieron, pero aún se les exigió que, con su pensión y sus ahorros, ayudaran a sus hijos en la crisis de 2008; y lo hicieron sin dudar. 

Son los mismos que hoy, ya sin futuro, desde las residencias, donde a muchos los ingresaron sus familiares, sufren al ver como se desprecia y destroza su legado, y acaban perdiendo sus derechos, su dignidad y el amor.

Pues llegó el bichito Covid y está sociedad egoísta, insolidaria, deshumanizada, ayuna de principios éticos, los ha dejado morir a chorros, mientras la gente aplaudía y cantaba en los balcones, como si sufrir y morir fuera una fiesta; y el presidente los ocultaba hasta en las estadísticas,  se ufanaba de no dejar a nadie atrás y recibía entusiastas aplausos de sus palmeros a sueldo.   

 

   

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