Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 12 de julio de 2019

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


LA AZOTEA


PELIGRO NACIONAL
12 de Julio 2019



A mi que quieren les diga, pero el ensayo de C. Guilluy titulado NO SOCIETY, me produce un profundo desasosiego. Será porque su tesis es de comprobación diaria a nuestro alrededor; en nuestra Nación o en la cercana Europa. Basta un mínimo de sensibilidad en la observación para producir en el espectador – victima pasiva- una reacción que circula entre el miedo y el temor. Los que vivimos la reconstrucción española y europea, tras las tragedias espantosas de las Guerras civil y mundial, viendo cómo se acrecentaba en algo más de cincuenta años, y en paralelo, un espectacular progreso económico sobre el rearme de la moral social y, además, un amanecer esplendoroso de la libertad en una nueva y vigorosa democracia, asistimos entre perplejos y confundidos en este siglo XXI a la marea populista que recorre occidente desde hace veinte años.

Es que, en efecto, nos hemos instalado en la sociedad líquida y en consecuencia relativa. En un mundo globalizado, difícil, complejo, insolidario, desigual, de creciente inseguridad social en base al modelo económico ¿qué modelo? al caos introducido por el llamado multiculturalismo y el comienza con las migraciones masivas desordenadas. Y, además, vemos ya parece definitivamente instalado, lo que Nye ha llamado con acierto poder blando; es decir, el poder sin coacción ejercido a través del dirigismo cultural, los nuevos valores políticos y las novedosas políticas que de ellos derivan. Y en esto, llega Guilluy, y nos dice que el maremoto populista está poniendo de manifiesto el gran secreto de la globalización: la desaparición en occidente de la clase media o de las clases medias; del surgimiento del mundo de las periferias, sobre la ruina de la antigua y parecía que consolidada clase media. Pues eso es aun peor porque hasta ahora, la mesocracia aseguraba la estabilidad del sistema, el progreso continuado, la transmisión de valores permanentes y principios esenciales de paz, seguridad y certeza.

Y creo, sin necesidad de presumir de astucia analítica, que aquí en España y ahora, se podría describir todo ello porque quizá coinciden en el tiempo y en el espacio todos y cada uno de los elementos enumerados. Y lo es dolorosamente, tras medio siglo – escasos años- históricamente inédito y de convivencia política razonable; moral social controlable; libertad y democracia envidiables por desconocidas; paz y seguridad tolerables; conciencia colectiva de proyecto unitario como Nación y progreso económico, en una sociedad de justicia social creciente e igualdad de oportunidades con límites hasta el momento desconocidos.

Y para qué insistir. La Europa de la solución al problema de España; la Europa renacida tras la tragedia de los nacionalismos intolerantes y en continua renovación; una y múltiple; la del pensamiento creativo y la razón ilustrada, con fronteras siempre provisionales. La Europa de la Reforma y la contrareforma; de Trento y Lutero; de Carlos V y Voltaire; de Pizarro o Cortés y Luis XIV o la Reina Victoria del Reino Unido. Pero también la Europa terrible de la intolerancia y el holocausto. Ahora, regida por políticos mediocres y ambiciosos, es la Europa que se debate en crisis y decadencia; la del Brexit, la que trata de encontrar su papel en un mundo polarizado nuevamente, tratando de fijar la soberanía, definida hace casi 450 años por Bodino. Inmersa en un multiculturalismo que casi desdibuja sus raíces cristianas e inunda de islamismo sus barrios, modifica sus tradiciones y neutraliza su justicia. Y claro, también terminará por arrasarla el populismo adueñado - quien iba a decirlo- de los distritos obreros. Es la decadencia de Europa, ya hasta con dificultad para mantener su otrora próspera economía, sus modelos de democracias ejemplares, únicas y envidiables, sus sociedades igualitarias y sus asombrosos Estados de bienestar. El oasis europeo también se encuentra azotado por la inseguridad, la globalización y el multiculturalismo y a no mucho tardar la progresiva desaparición de sus sistemas mesocráticos.

A mí, me importa una higa C`s el PP o Vox. Lo que de verdad importa es el modelo de sociedad en juego; la persistencia del liberalismo como forma ideológica de pensamiento político y modelo de convivencia; el mundo de los valores, principios y creencias; los elementos esenciales de la democracia que permita una vida en libertad, así como el respeto a la dignidad del ser humano formado, educado integralmente en paz y respeto mutuo. Interesa una sociedad equilibrada, de poderes y contrapoderes, de justicia libre e independiente. Interesa el mantenimiento de una Nación unitaria, lograda históricamente en el sacrificio de muchas generaciones, integrada en Europa y respetada internacionalmente. En fin, interesa una sociedad no buenista sino tolerante que posibilite el progreso individual y colectivo, así como el avance en la igualdad de oportunidades.

Pues a nada de ello conduce el sanchismo reinante. ¿Pero que nos quiere vender este trilero ideológico? Él lidera un socialismo intolerante, autoritario, antidemocrático, antiespañol, anti Constitución del 78; contrario a la Transición y sus valores; antinacional en su mamarrachada de “España nación de naciones” muy alejado de la socialdemocracia de Bad Godesberg e iliberal, muy cercano al comunismo soviético, casposo y cavernario de Iglesias. ¿Cómo pretende que le apoyen las formaciones políticas ilustradas y de la razón? Ni con voto ni con abstención porque sería tanto como colaborar a la instalación de una España partida en dos, enfrentada y en situación prerrevolucionaria. ¿Cuál es su modelo de Constitución, de Nación, de sociedad, de economía? Su modelo es el poder sin más, con unidad de funciones; el dirigismo informativo y cultural; la politización educativa y la ingeniería social. Es el mayor peligro de la Nación española.    


           

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