Artículo que será
publicado el próximo día 18 en el Diario Ultima Hora de Palma
LA DERROTA
Julián Delgado. Escritor
Desde el
2012, la política española ha consistido en una guerra de trincheras jugada a dos
bandas. Una, el centro derecha, aplicado a conservar la CE del 78, defendiendo
la unidad de la Nación y el liberalismo económico. Otra, las izquierdas, con su
afán puesto en un cambio profundo de esa norma básica en el sentido de
transformar España en una utópica nación de naciones e imponer un sistema
económico basado en el intervencionismo estatal y la presión fiscal; y sus
aliados, los nacionalismos, que en vista de la debilidad del Estado tras
cuarenta años de consentir la formación en su seno de dos estados (el vasco y
el catalán), se ha unido a la izquierda pensando que
ahora era su momento: Iglesias defiende el derecho a la secesión y
Sánchez está dispuesto a encontrar una salida.
Pues bien,
esta guerra la está perdiendo el centro derecha, y, si se repite la derrota, el 26-M será la puntilla que el zapachismo dará al ejército unionista, que ya huye
en retirada, consumiendo las últimas municiones en dispararse entre ellos.
En el 2019
la izquierda habrá dado por concluida y ganada, además de la librada en el
último sexenio, la Guerra Civil del 36, con efectos retroactivos y, con ello, dará
por fenecido el espíritu conciliador de la Transición. Decretará la
estigmatización y el repudio de los que ellos llaman herederos políticos del
franquismo, les retirará la legitimidad democrática y los condenará al
ostracismo. La ley de memoria histórica y otras en igual sentido servirán de
mordaza que obligará a callar a media España.
Pronto
veremos como el TS condena a los cabecillas de la rebelión, y veremos como se
van caminito de cárceles catalanas donde, sean cuales sean las penas, recibirán
de Sánchez un indulto parcial que alcanzará a la pena de inhabilitación. En
esas circunstancias, la Generalitat podrá concederles el tercer grado al poco
de decretarse el indulto y, sin que haya que esperar demasiado, todos ellos
recibirán la libertad condicional.
Todo esto
podría ser razonable si los reos aceptaran su culpa y renunciaran a intentar
otro acto semejante. Pero no, es entonces cuando el Procés adquirirá un aire de insoportable legalidad. El final es imprevisible,
pero en ningún caso pacífico.
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