Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 16 de mayo de 2019

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO


Artículo que será publicado el próximo día 18 en el Diario Ultima Hora de Palma                                          
LA DERROTA
Julián Delgado. Escritor
Desde el 2012, la política española ha consistido en una guerra de trincheras jugada a dos bandas. Una, el centro derecha, aplicado a conservar la CE del 78, defendiendo la unidad de la Nación y el liberalismo económico. Otra, las izquierdas, con su afán puesto en un cambio profundo de esa norma básica en el sentido de transformar España en una utópica nación de naciones e imponer un sistema económico basado en el intervencionismo estatal y la presión fiscal; y sus aliados, los nacionalismos, que en vista de la debilidad del Estado tras cuarenta años de consentir la formación en su seno de dos estados (el vasco y el catalán), se ha unido a la izquierda pensando que ahora era su momento: Iglesias defiende el derecho a la secesión y Sánchez está dispuesto a encontrar una salida.
Pues bien, esta guerra la está perdiendo el centro derecha, y, si se repite la derrota, el 26-M será la puntilla que el zapachismo dará al ejército unionista, que ya huye en retirada, consumiendo las últimas municiones en dispararse entre ellos.
En el 2019 la izquierda habrá dado por concluida y ganada, además de la librada en el último sexenio, la Guerra Civil del 36, con efectos retroactivos y, con ello, dará por fenecido el espíritu conciliador de la Transición. Decretará la estigmatización y el repudio de los que ellos llaman herederos políticos del franquismo, les retirará la legitimidad democrática y los condenará al ostracismo. La ley de memoria histórica y otras en igual sentido servirán de mordaza que obligará a callar a media España.
Pronto veremos como el TS condena a los cabecillas de la rebelión, y veremos como se van caminito de cárceles catalanas donde, sean cuales sean las penas, recibirán de Sánchez un indulto parcial que alcanzará a la pena de inhabilitación. En esas circunstancias, la Generalitat podrá concederles el tercer grado al poco de decretarse el indulto y, sin que haya que esperar demasiado, todos ellos recibirán la libertad condicional. 
Todo esto podría ser razonable si los reos aceptaran su culpa y renunciaran a intentar otro acto semejante. Pero no, es entonces cuando el Procés adquirirá un aire de insoportable legalidad. El final es imprevisible, pero  en ningún caso pacífico.


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