LA AZOTEA
ES SABER ELEGIR ( y II )
21 de Mayo 2019
Ciertamente el titulo de esta columna se reitera, idéntico al editado el
pasado día 24 aunque numerado con el II, al considerar iguales las temibles circunstancias
a muy pocos días de la denominada fiesta de la democracia, aunque en nuestro
caso el festejo pueda ser discutido y discutible, como la Nación sobre la que siempre
provisionalmente se asienta. Entonces concluía, que la clave del 26A y los
siguientes años está en saber elegir entre democracia constitucional o muerte
cívica.
Pues ocurrió lo peor y arrolló un poder de batiburrillo parlamentario,
que no mayoría social, contrario a la añorada socialdemocracia, al constitucionalismo
de 1978, al parlamentarismo representativo y liberal que ha constituido las
señas de identidad política de un occidente en progreso y libertad. Parece
asentarse un peligroso y descarado sanchismo, ojalá de no usar y si tirar, en
hermandad con el comunismo totalitario y populista y lo peor del nacionalismo
secesionista, el violento y el otro, alejados estos y aquellos de la razón y de
lo mejor del pensamiento político europeo desde la Ilustración.
Reitero lo dicho. El desmantelamiento del régimen constitucional de 1978
ha comenzado y camina firme, a buen ritmo; comenzando con la arrinconada y
neutralizada Corona, símbolo de la unidad y permanencia del Estado. Y ello, a
mi juicio, no supone un mero cambio de Constitución o de partes esenciales de
la misma. Va mucho mas allá porque pretende un cambio de sociedad, si no
radical sí gradual hacia la utopía imposible. Un cambio en las relaciones de
poder; en el modelo de producción y distribución; en la estructura social, empezando
por la familia; en la moral publica; en las costumbres y tradiciones, alejadas
de la civilización cristiana; en el modelo educativo, fabricando ciudadanos
adaptados y conformes al sistema; en la estructura jurídica, alejada de
Montesquieu y los contrapesos de los poderes democráticos. Es un nuevo Estado
para una nueva sociedad, donde compita y circule un nuevo hombre,
Claro, por eso para Iglesias como para Marx, la política asume un rol muy
subsidiario, derivado como no, de las relaciones sociales de producción. De ahí
que carezca de interés para este estalinista la política de los burgueses, al
fin y al cabo, la competencia política no pasa de ser un mero reflejo de la
competencia entre clases sociales. Y el Estado, este Estado, como también para
Marx, no le interesa al tratarse de un comité
de asuntos de la burguesía. Pero el que no le interese no quiere decir que
lo desprecie. Primero, solicitando Ministerios y la propia Vicepresidencia – la
ilustrada Calvo es fácilmente superable- y ahora, puestos decisorios en la
Administración. Es decir, hay necesidad de ocupar posiciones en el aparato
estatal, para poder imponer el bloque hegemónico.
No olvidemos que para Gransci lo esencial es poner en cuestión la
hegemonía cultural de las clases dominantes. Y sustituirla, convertida en nueva
hegemonía cultural dentro del capitalismo, en su eje central; en componente
indispensable de la nueva dominación. Es decir, dominio y dirección total tanto
moral como intelectual. Y desde luego Iglesias y su tropa son más granscianos
que marxistas y aspiran a la dirección intelectual del Estado, ante las
carencias que aprecian en Zapasanchez. Le darán cobertura en la acción y en la
organización política, en papel mucho más llamativo del que correspondería
señalar en un marxista puro.
Y a ello, no siendo poco, se añade la querencia a la teoría de Laclau,
según la cual, el populismo aspira a que una parte del pueblo sea concebido y
considerado como la única totalidad legítima, por muy palpable y evidente que
resulte una realidad heterogénea y cambiante sobre la que operar. De ahí el
decidido empeño en desligitimar a la derecha liberal como opción social, siendo
atacada, descalificada y despreciada en los poderosos y casi monopolizados
medios de comunicación y el coro insoportable de sus intelectuales orgánicos y
comentaristas a buen sueldo.
Queda la brutalidad ciega, estúpida y reaccionaria del independentismo
vasco/navarro y catalán que hacen de comparsa en la búsqueda de su fin último,
aprovechando el casi desmoronamiento del Estado, en situación agónica, incapaz
incluso de asegurar el encarcelamiento de quienes atentan y golpean con éxito
su propia existencia. El golpismo triunfó en el interior y en el exterior y ya
solo queda el recurso del perdón como solicita incluso el infame nuevo
arzobispo de Tarragona. Pues todo llegará. Máxime cuando quede desmantelado el
sistema de separación de poderes para volver a la franquista coordinación de funciones, tan querida
por este bufón y prestigiado felón de la Moncloa.
De manera que la fusión de sanchismo con comunismo populista e
independentismo triunfante dará a esta desgraciada Nación nueva oportunidad el
próximo día 26M para terminar de extender por todo su territorio, la llama
temible del iliberalismo. E imponer la mugre pegajosa de la miseria moral, el
retroceso de la libertad y el riesgo cierto de una presencia visible del
pensamiento único y la tristeza económica, cuando no la pobreza. La clave del
domingo día 26M, nuevamente está en saber elegir entre democracia
constitucional o muerte cívica. Ya no queda otra.
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