Artículo que será publicado el próximo
sábado día 17 de Noviembre en el Diario “Ultima Hora” de Baleares
SOBRAN POLICIAS
Julián Delgado. Escritor
La
Administración Pública le viene a costar de media a cada español por encima de
10.000 euros al año, según estudios de
EAE Business School, debido al incremento del número de funcionarios y al derroche del sector público. Una cifra
desmesurada si la comparamos con los países de la UE. Pese a ello, para cuadrar los presupuestos, todos los gobiernos
han optado por subir los impuestos en
lugar de racionalizar el gasto.
Si nos
fijamos en la Policía, España está a la cabeza del mundo en número de agentes
por habitante, salvo algún país con el que resulta difícil comparase. Entre las
policías estatales, autonómicas y locales hay 237.000 agentes, lo que significa
estar por encima de los 500 policías por cada 100.000 habitantes. La misma tasa
que Alemania con una población de 35 millones más. De cubrirse la plantilla de
los cuerpos estatales, serían 22.300 más En estos
últimos años, se da la contradicción de que a la vez que se va
reduciendo la delincuencia (España es uno de los países más seguros del mundo),
la Policía ha seguido creciendo.
Las causas
son varias. Se ha desarrollado el Estado sin planificarlo debidamente. Nunca se
ha definido una doctrina de seguridad, ni se han trazado planes estratégicos ni
el modelo de policía responde a las exigencias de hoy. En los años 80
comenzaron a crecer las policías locales impulsadas por los primeros alcaldes
de la democracia, requeridos con insistencia por sus vecinos para hacer frente
a una inseguridad galopante. Pasaron de
los 15.000 efectivos entonces a los 60.000 de ahora. Las policías autonómicas
se planificaron para ser policías integrales y sustituir a la estatal en su
territorio, pero la realidad es que confluyen ambos servicios.
Las policías
se solapan en el mismo territorio con iguales funciones. La división de un
cuerpo para el sector rural y otro para
las ciudades no tiene hoy razón de ser. Las plantillas también han crecido por
el deseo de crear empleo público.
Además,
ha contribuido a esta inflación el dominio de lo que se ha venido en llamar
ideología de la seguridad, en la que el temor y los prejuicios prevalecen sobre
el análisis.
Urge
racionalizar y reducir el modelo policial y ahorrar un tercio del gasto
actual.
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