Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 17 de mayo de 2018

La Opinión de Julián Delgado


Artículo que será publicado por el Diario “Ultima Hora” de Mallorca el próximo sábado día 19 de Mayo

KU KLUX CAT
Julián Delgado. Escritor


Lo propio hubiera sido que en el acto berlinés de pleitesía del presidente títere al ventrílocuo huido, se hubiesen tocado ambos con los capirotes blancos que caracterizan a la organización que lucha por la supremacía blanca.
En democracia, un supremacista fanático no debería ocupar un puesto de responsabilidad política. Ver a Torra ejerciendo de presidente de la Generalitat, aunque sea como marioneta de Puigdemont, agrede a la razón de forma obscena.
Un personaje cegado por el nacionalismo, que se cree dueño de la verdad y no admite cuestionamientos, es todo lo contrario al perfil que se debe exigir a una autoridad en un sistema de libertades.
Encastillado en posiciones políticas que excluyen a más de la mitad del electorado catalán, al que considera bestias que tienen un bache en su ADN,  y sordo ante el criterio ajeno, nada de lo que le dijo la oposición le provocó la menor reflexión. Ofreció diálogo, pero carece de capacidad para negociar, pues su tendencia es a imponer: según afirmó, su política integradora consiste en convencer a los otros para que se sumen a su movimiento.             
Un líder político fanático es muy peligroso; según Soler Montagut, es el paradigma de la intransigencia, es quien, con una argumentación basada en mentiras y promesas, conduce a las masas a ver y escuchar sólo lo que se les impone como dogma y única verdad.
Hay múltiples ejemplos en la historia en los que este tipo de líderes imposicionistas convierten a los hombres libres en esclavos de las fantasías que unas élites sectarias les inculcan como verdades reveladas.                               
¿Y por qué han nombrado presidente a semejante sujeto? Porque alguien así, fanático y obstinado, de patriotismo exaltado y devoción a una idea de pueblo superior, que ha construido a su enemigo español rebajándolo a la condición de carroñero, hienas,  víboras..., es lo que soñaban muchos de los votantes de los partidos independentistas.
Este títere lleva en su interior una bomba que Puigdemont hará estallar a distancia el día que le parezca más conveniente para sus intereses. Mientras tanto, si el gobierno no lo desactiva, ejecutará las decisiones de su amo y llamará a defender la República en la calle.

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