Artículo que
será publicado por el Diario “Ultima Hora” de Mallorca el próximo sábado día 19
de Mayo
KU KLUX CAT
Julián Delgado.
Escritor
Lo propio hubiera sido que en
el acto berlinés de pleitesía del presidente títere al ventrílocuo huido, se
hubiesen tocado ambos con los capirotes blancos que caracterizan a la
organización que lucha por la supremacía blanca.
En democracia, un supremacista
fanático no debería ocupar un puesto de responsabilidad política. Ver a Torra
ejerciendo de presidente de la Generalitat, aunque sea como marioneta de
Puigdemont, agrede a la razón de forma obscena.
Un personaje cegado por el
nacionalismo, que se cree dueño de la verdad y no admite cuestionamientos, es
todo lo contrario al perfil que se debe exigir a una autoridad en un sistema de
libertades.
Encastillado en posiciones
políticas que excluyen a más de la mitad del electorado catalán, al que
considera bestias que tienen un bache en
su ADN, y sordo ante el criterio
ajeno, nada de lo que le dijo la oposición le provocó la menor reflexión.
Ofreció diálogo, pero carece de capacidad para negociar, pues su tendencia es a
imponer: según afirmó, su política integradora consiste en convencer a los otros
para que se sumen a su movimiento.
Un líder político fanático es
muy peligroso; según Soler Montagut, es el paradigma de la intransigencia, es quien,
con una argumentación basada en mentiras y promesas, conduce a las masas a ver
y escuchar sólo lo que se les impone como dogma y única verdad.
Hay múltiples ejemplos en la
historia en los que este tipo de líderes imposicionistas
convierten a los hombres libres en esclavos de las fantasías que unas élites
sectarias les inculcan como verdades reveladas.
¿Y por qué han nombrado presidente a
semejante sujeto? Porque alguien así, fanático y obstinado, de
patriotismo exaltado y devoción a una idea de pueblo superior, que ha
construido a su enemigo español rebajándolo a la condición de carroñero, hienas, víboras..., es lo que soñaban muchos de
los votantes de los partidos independentistas.
Este títere lleva en su interior una bomba que Puigdemont hará
estallar a distancia el día que le parezca más conveniente para sus intereses.
Mientras tanto, si el gobierno no lo desactiva, ejecutará las decisiones de su
amo y llamará a defender la República en la calle.
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