Este
artículo será publicado en el diario “Ultima Hora” de Mallorca el próximo
sábado, día 24
TIEMPO DE ESTADISTAS
Julián Delgado. Escritor
Hace años que la
estructura del Estado cruje, avisa de que hay materiales que resisten mal los
embates de las fuerzas centrífugas, viene dando avisos de que ciertas vigas amenazan ruina ante
las agresiones imprevistas de las deslealtades. Tanto es así, que desde
Cataluña se pensaron que había llegado el momento de su demolición. Acopiaron
las herramientas: odio, agitación y
propaganda, la mentira como arma letal hasta llegar a la rebelión y la
sedición. Hay que perdonar a los constituyentes que hicieran mal el cálculo de
resistencia de los materiales porque era muy difícil prever que desde dentro de
las propias entrañas del Estado pudiera anidar la traición con tanta enjundia.
Bueno, pues llega la hora de, como en
cualquier comunidad de vecinos en la que el edificio presenta alarmantes
grietas, se convoque una asamblea extraordinaria para, una vez analizado el
informe de los técnicos, se tomen las
medidas necesarias para salvar el inmueble antes de que se les caiga encima. Es
fácil saber que si las cosas se quedan como están, si se sigue manipulando a
los estudiantes en escuelas y universidades, se continúa utilizando los medios
públicos y los privados subvencionados para arrojar toneladas de odio contra
todo lo español, si se persiste en engrasar las organizaciones civiles
separatistas con el dinero de todos, si desde las mismas instituciones se agita
a las multitudes a la desobediencia, si una fuerza armada policial sigue
utilizándose como una herramienta partidista, si se continúa acosando a los
discrepantes, digo, más tarde o más temprano el desplome de la finca está
garantizado.
Pero el reforzamiento del Estado habrá que realizarlo
respetando a las Autonomías, sus valores, sus identidades, su cultura, la
riqueza de la pluralidad y diversidad que es el tesoro común. Es una tarea para
grandes estadistas capaces de utilizar bisturís de alta tecnología, para evitar
que se pueda percibir un triunfo de unos sobre otros, en lugar de ser el éxito
común de todos los españoles para seguir viviendo en paz y armonía.
Pero si uno observa el plantel de políticos no verá más
que la mediocridad y el egoísmo. Aún peor: no se ve voluntad de pagar la
factura del apuntalamiento.
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