Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 22 de febrero de 2018

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO


Este artículo será publicado en el diario “Ultima Hora” de Mallorca el próximo sábado, día 24

TIEMPO DE ESTADISTAS
Julián Delgado. Escritor



       Hace años que la estructura del Estado cruje, avisa de que hay materiales que resisten mal los embates de las fuerzas centrífugas, viene dando avisos de que ciertas vigas amenazan ruina ante las agresiones imprevistas de las deslealtades. Tanto es así, que desde Cataluña se pensaron que había llegado el momento de su demolición. Acopiaron las herramientas: odio,  agitación y propaganda, la mentira como arma letal hasta llegar a la rebelión y la sedición. Hay que perdonar a los constituyentes que hicieran mal el cálculo de resistencia de los materiales porque era muy difícil prever que desde dentro de las propias entrañas del Estado pudiera anidar la traición con tanta enjundia.

         Bueno, pues llega la hora de, como en cualquier comunidad de vecinos en la que el edificio presenta alarmantes grietas, se convoque una asamblea extraordinaria para, una vez analizado el informe de los técnicos, se   tomen las medidas necesarias para salvar el inmueble antes de que se les caiga encima. Es fácil saber que si las cosas se quedan como están, si se sigue manipulando a los estudiantes en escuelas y universidades, se continúa utilizando los medios públicos y los privados subvencionados para arrojar toneladas de odio contra todo lo español, si se persiste en engrasar las organizaciones civiles separatistas con el dinero de todos, si desde las mismas instituciones se agita a las multitudes a la desobediencia, si una fuerza armada policial sigue utilizándose como una herramienta partidista, si se continúa acosando a los discrepantes, digo, más tarde o más temprano el desplome de la finca está garantizado.            

      Pero el reforzamiento del Estado habrá que realizarlo respetando a las Autonomías, sus valores, sus identidades, su cultura, la riqueza de la pluralidad y diversidad que es el tesoro común. Es una tarea para grandes estadistas capaces de utilizar bisturís de alta tecnología, para evitar que se pueda percibir un triunfo de unos sobre otros, en lugar de ser el éxito común de todos los españoles para seguir viviendo en paz y armonía.

        Pero si uno observa el plantel de políticos no verá más que la mediocridad y el egoísmo. Aún peor: no se ve voluntad de pagar la factura del apuntalamiento. 

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