Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

viernes, 9 de febrero de 2018

La Opinión de Javier Pipó


La Azotea

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN   
10 de febrero 2018


        Ya llega, enseguida está aquí la posverdad que presenta la pareja de moda de la pasarela parlamentaria de San Jerónimo; la gran repelente Margarita Robles- tan redicha que ahí tienen la sublime necedad de negar apoyo a Guindos por no ser mujer como ella- y el inefable Sancheiglesias, en nombre del renovado Partido Socialista Orweliano Español. Prepárense para asistir a un desgarro tan inútil como melancólico, entre los amigos del odio, la revancha y la estupidez colectiva y quienes ajenos a lo que sabemos ocurrió hace varias generaciones somos irresponsables tanto de los horrores cometidos, como de las causas que originaron las conductas de protagonistas a los que mayoritariamente no nos une ni tan siquiera la ideología. La reforma, mejor deconstrucción que nos traen de la Ley de Memoria histórica, obra nefasta de Zapa, bobo solemne de Estado, es ya digo, una nueva sacudida de la historia de España, necesitada de huracanes periódicos y arrasadores de progreso colectivo.

        En 1917 publica Lenin su biblia, El Estado y la Revolución, donde se contienen los principios de la doctrina marxista del Estado. Quiero decir, la doctrina bolchevique del Estado; de lo que sería lo que ellos llaman la mayoría social que debe constituir el Estado. Y en consecuencia, en esa doctrina, el rasgo más efectivo no es la lógica sino el tono moral que impartió al comunismo, donde sabemos es más importante la actitud moral que el contenido intelectual. Entiéndase, la moral social, siempre que se corresponda con los intereses de clase y la lucha por el poder. Porque el comunismo en todas sus versiones y desde hace cien años, es fe y vocación, militancia y devoción a los principios. Es doctrina e iglesia, donde el marxismo es la religión basada en principios de moral y el Partido se reserva la teología del Estado y el sacerdocio del apostolado, dirigiendo el progreso, desde su puesto irrenunciable en la vanguardia social. Un progreso universalista que contiene todas las artes y la literatura capaces de integrar una única cultura al servicio de un único pensamiento. Y antes o después, desde luego el gobierno y la economía. Es el arte del profeta con la crueldad del fanático.  

        Por eso dice Jimenez Losantos, en su monumental e imprescindible Memoria del Comunismo, que la única forma intelectualmente respetable de acercarse al comunismo es a través de sus víctimas. De sus millones de víctimas, en la mayor y más perfecta máquina genocida que conoció la Humanidad, seguida una década después por ese horror llamado nazismo. Y esa fanática concepción del ser humano, del respeto debido a su dignidad y a su libertad, es capaz de volver a la actualidad de naciones como España, en la vanguardia del bienestar social, la ciencia y la tecnología. Y lo que es peor, traído por la fuerza de los votos; por una opinión de cobertura de intelectuales orgánicos, incapaces de superar su servilismo sicopático e incurable; jaleado en universidades y medios de comunicación, ya calado en los últimos alveolos del tejido social y sus cuerpos intermedios. Hoy, más que nunca prevalece – en el intelectual colectivo que es el PC- el perverso concepto cramsciano de Hegemonía.
       
        Y en eso llega Sancheiglesias y se pone al servicio del totalitarismo comunista, seguramente en la creencia de poder liderarlo desde su profunda confusión intelectual; y le ofrece remover las conciencias y las tumbas, los vestigios físicos e intelectuales; las resistencias a conocer la verdad basada en hechos objetivos que salpican y mucho a su propio Partido en golpes, asesinatos y robos, en la etapa más negra y repugnante de la Historia moderna y contemporánea de España. Y no se le ocurre mecanismo más opuesto a la luz, la razón, la libertad y la democracia que amenazar con ahogar con penas de cárcel a quienes sean capaces de criticar incluso lo que llama “victimas emocionales” del franquismo. Periodo dictatorial largo en exceso, penoso para tantos y oscuro por la crueldad de su primera década, pero capaz de hacer converger con el bienestar medio de la Europa de su tiempo y hacer surgir una sociedad mesocrática preparada en valores y principios para el gran salto hacia la libertad que supuso la Constitución de 1978.   

        Desgraciadamente este tonto útil llamado Sancheiglesias parece continuar la obra reaccionaria de su antecesor ZP- ahora enredado en la defensa cerrada del comunismo bolivariano del chándal y la miseria- y olvidar el brillante periodo del único estadista democrático del socialismo del siglo veinte y lo que llevamos de veinte y uno. Felipe González que desde Suresnes, se sacudió el marxismo e impulsó un Partido de gobierno, socialdemócrata y europeo, dispuesto a la modernización de España desde una dirección equilibrada y sensata, patriótica y reformista que ganó el prestigio internacional y la confianza de la mayoría, en una nueva época de esplendor y cambio, y que desgraciadamente ya no es ni referencia en el socialismo hortera de ellos y ellas. Ahora, estos pobres diablos, ayudan al debate del tándem Iglesias-Monedero hasta clarificar si se trata de bolcheviques, en el sentido de buscar la actividad extralegal de la conspiración clandestina, o mencheviques, en un movimiento revolucionario sin prisas, fecha, ni calendario electoral que organice la clase trabajadora- la gente- para la acción política. Pero no crean, la estupidez política no tiene fronteras presuntamente ideológicas. Ahí tienen al difuso y confuso Rivera, tratando de pactar con Podemos un nuevo régimen electoral, olvidando que los comunistas desprecian el sufragio universal, instrumento del gobierno burgués, la “omnipotencia de la riqueza” que decía Lenin. Ya ven.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario