La Azotea de Javier Pipó
EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN ( y II )
17 de Febrero de 2018
Yo sí creo en el intento del fasciocomunismo por tratar
de permeabilizar la sociedad hasta
hacerla sutil y claramente favorable a sus tesis totalitarias de un hombre
nuevo en una sociedad distinta, con democracia diferente. Y ya ven, en su
democracia popular, el pueblo sí ostenta el poder, pero obedeciendo. Porque su
libertad consiste en tener en el Estado un buen amo; como si no consistiera en
no tenerlo. Y al final ya estamos en condiciones históricas de mantener la gran
mentira comunista: allí donde pudo, jamás estableció una dictadura del
proletariado, sino para el proletariado, una vez arrasada la clase media
mayoritaria.
Quizá por ello, y antes de ello, la democracia liberal y
representativa, lleva más de doscientos años irradiando respeto a la dignidad
del ser humano, a su libertad individual y colectiva. Logrando de forma
progresiva e imparable la igualdad deseada y establecida ante la ley, pero
nunca mediante ley; o la consecución de la igualdad de condiciones para el
ascenso social o la igualdad en la libertad, que decía Tocqueville. Es el
imperio de la ley, la separación de poderes, el respeto al discrepante, el
acceso a la cultura, la educación o la salud. Es el progreso económico con
bienestar, como jamás en los quinientos años anteriores. Y desde luego, sin duda,
con llamativas contradicciones, crisis, injusticias y desigualdades resultantes.
Porque en eso consiste lo contrapuesto del avance, la dialéctica de la
Historia, y no en la lucha de clases. Seguramente porque ningún movimiento
político debe intentar construir su ideología, definiendo la esencia y la
trayectoria de la felicidad.
Por eso el comunismo se hizo populista e insidioso – ya ven
la carga profunda contra el sistema que representa la acusación velada de CUP
contra el Gobierno/CNI por los atentados 17A en Barcelona- como la
transformación populista y no menos insidiosa de los nacionalismo vasco y
catalán, aliados con aquél. Y la deriva así mismo populista y descaradamente
insidiosa del socialismo de Sancheiglesias, ya en avance hacia el centralismo
democrático. Fuerzas políticas pues eficaces en la expansión del nihilismo, el paganismo
o el relativismo destructor y arrasador de principios y valores de cohesión. Poderes
negativos que esperan renacer del fango destructivo de la desinformación, la
manipulación o la mentira. Y esas tres fuerzas parecen ignorar cómo pueden quedar
también asoladas por el avance del islamismo medieval teocrático y primitivo
con toda la potencia interna y externa del salvajismo ajeno a la razón.
Pero ya digo, los avances letales de aquéllos- en una
sociedad basada en los principios del cristianismo y la civilización
grecoromana- son silenciosos en la progresión, sistemáticos, disciplinados,
implacables en la ocupación de espacios en los medios de comunicación, en la
cultura, en la escuela y los púlpitos; ayudados por la cobarde colaboración de
los perennes tontos útiles, cada vez más numerosos y apreciados. Y el Corán,
mediante ocupación del territorio que blinda a la ley común de los europeos,
manteniendo sus ritos costumbres y tradiciones; imponiendo la Sharia; ignorando
los tribunales de justicia; impidiendo la intervención del poder del Estado en
los barrios o en tantas ciudades de la UE invadidas; despreciando cualquier
posible integración que sería considerada traición y recibiendo generosas ayudas
de estúpidas políticas ajenas a la realidad. Y además, manteniendo la tensión
permanente ante la violencia ciega del islamismo yihadista asesino.
Pero aquí, la clase política parece vivir ajena a los aires
tempestuosos que seguramente barrerán la vieja Europa, a punto de ser raptada de
nuevo, y no precisamente por Zeus; o los vientos de destrucción de la unidad
nacional que recorren España. Ahí tienen a PP y C’s, únicas formaciones
políticas significativas, claramente defensoras de la Constitución, las que por
cierto jamás oirán amparar su enseñanza en la escuela y la Universidad, con
exigencia de su conocimiento total para el acceso a empleo o cargo público,
llevando la defensa de su espacio hasta la destrucción y el desprestigio del
contrario. Y puesto que ambos se disputan el mismo territorio ¿por qué no unifican
el esfuerzo en la consecución de una mayoría capaz de regenerar la Nación? Quizá
no entiendan que a la mayoría silenciosa nos importa una higa si se llaman de
una manera u otra y las carreras políticas de sus dirigentes, sino quizá solamente y no es poco, el
mantenimiento del orden constitucional, el progreso social y económico y la continuidad
de la patria común recibida y que debemos transmitir a siguientes generaciones;
y desde luego imponer el orden en ese desorden ruinoso de las autonomías.
Pero ya ven si la opinión sostenida a lo largo de los últimos
años desde esta Azotea sobre la emboscada presentida y siempre a punto del
Nacionalismo vasco, - en otra alianza suicida entre burguesía y comunismo
amparador del terrorismo- se va desgraciadamente cumpliendo de manera sostenida
e implacable. Si quieren literatura revolucionaria y agitadora, ahí tienen la “propuesta de bases y principios para la
actualización del autogobierno vasco a través de una reforma del Estatuto de Gernika”
La misma canción del “pueblo vasco es nación” con derechos históricos previos
al marco constitucional. Como si la soberanía fuese divisible desde Bodino.
Pero es igual y los antecedentes de violencia asesina y rebelión sostenida, no
presagian ningún momento de aliento o esperanza. Pero ahora no parece ni
siquiera útil debatir sobre la aplicación del artículo 155 de la CE, porque
parece que el atranque radica en si resulta legal señalar el derecho a una
educación también en castellano. Ya ven, y a pesar del TC. Pero no lo perdamos de vista
porque el debate se extenderá a Baleares o Valencia; o más allá. Quizá pronto,
la revolución que asoma, carezca de Estado al que asaltar.
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