Artículo que será publicado en el Diario “Ultima Hora” de
Mallorca el próximo sábado día 9
ROTAS LAS HOSTILIDADES
Julián Delgado.
Escritor
Una vez llegados al punto de no
retorno, declaradas las hostilidades por parte de la Generalitat, toca poner
término, por parte del Gobierno de la Nación, a la delirante aventura
separatista. Cataluña, que es la región europea con mayor autogobierno, que disfruta
de una amplísima autonomía política, financiera y administrativa, que se incardina dentro de un país
tan democrático como España, donde, después de años preparando un golpe de
Estado, no hay ningún dirigente secesionista en la cárcel, Cataluña, su gobierno
autonómico, ha decidido situarse al margen de la legalidad constitucional y del
derecho internacional, para dar un golpe de Estado abusando de su exigua
mayoría parlamentaria.
Por enloquecidos que estén estos
dirigentes, saben de sobra que no van a poder realizar el referéndum. Por
tanto, debemos preguntarnos cuál es su objetivo real. Creo que no es otro que
el de causar el mayor daño posible a España, debilitarla, buscar su
desprestigio, provocar acciones que la dejen en ridículo o, lo que es peor,
como verdugo de un pueblo pacífico, todo ello con vistas a conseguir más apoyos
en las inevitables elecciones y a repetir el intento en una situación más
favorable. No hay que olvidar que la adhesión incondicional a la causa
separatista lleva a no reparar en medios para conseguir sus fines; por más
abyecto que nos parezca este camino, ellos lo recorrerán.
Los frentes con los que se va a
encontrar Rajoy son el jurídico, en el que hay que esperar que no haya
problemas si el TC está por la labor; el político, que adolece de cierta
debilidad, pues Sánchez no es de fiar, menos por su ideología que por su
necedad política; el logístico, evitar que se abran colegios, localizar las
urnas, papeletas, censo… Pero donde tendrá que combinar prudencia y firmeza es
en el mantenimiento del orden público. Todo apunta a que sea ese el talón de
Aquiles del desenlace del procés,
porque, llamada la multitud nacionalista a que tome las calles, del drama a la
tragedia se puede pasar en un segundo. Sobre todo con unos antisistema
profesionales de la agitación dispuestos, como se vio en el asedio al Parlament, a utilizar la violencia.
Y no puede fallar. Ninguna nación se
deja mutilar callada.
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