Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 17 de mayo de 2017

La Opinión de Julián Delgado

Artículo del escritor JULIÁN DELGADO que el próximo sábado, día 20 de mayo, será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca

Mala memoria
Julián Delgado. Escritor

                                  
      Sufrí en mi carne los horrores de la guerra. No llegué a conocer a mi padre, le fusilaron en Paracuellos sin juicio alguno. Los milicianos de la casa del pueblo, su pueblo, a donde se había retirado dos años antes, lo detuvieron el 18 de julio y terminó en la cárcel Modelo de Madrid. Mi madre y sus cinco hijos (yo era un bebé) salimos esa noche huyendo alertados por el médico: había oído que iban a quemar nuestra casa con nosotros dentro.
      Cuando tuve uso de razón, mi madre me informó de que a mi padre lo habían matado por ser católico y militar, por no querer renegar de sus convicciones. También me dijo que los rojos fueron muy malos, pero que teníamos que ser capaces de vivir sin rencor. Pasados los años me enteré de que mi padre, en una visita a la cárcel, le dio un papel con los nombres de los culpables de su tragedia; lo quemó.
      En 1974, fundé, junto con once compañeros más, la Unión Militar Democrática, un movimiento ético, aunque clandestino, dentro de las Fuerzas Armadas, con el objeto de coadyuvar con la oposición democrática para devolver la libertad al pueblo español. Dentro de nuestras limitadas posibilidades, más simbólicas que reales, participamos también en el desarrollo de la Transición e hicimos todo lo posible para hacer justicia con los militares del bando perdedor. Se promulgaron normas que les permitieron cobrar pensiones y se les reconoció su categoría militar. Tuvimos diversas reuniones con ellos en un clima de reconciliación y compañerismo. Yo mismo, en 1977, escribí una carta a Carrillo cuando el Alcázar más le vapuleaba con lo de Paracuellos; le expresé mi decidida intención de perdonarnos unos a otros las acciones cometidas. Me respondió con otra larga y agradecida.

       Entonces, con la Constitución del 78, dimos muchos por cerradas las heridas de la guerra, sin perjuicio de que se fuera haciendo justicia a aquellas víctimas que no la habían alcanzado. Hasta que Zapatero se cargó ese espíritu de concordia y abrió de nuevo las heridas. Desde ese momento, la izquierda  ha utilizado la memoria histórica de forma revanchista para escarnecer al enemigo político, sin querer reconocer que en aquella tragedia ambos bandos se mancharon de sangre las manos y el alma. 

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