LA METAFÍSICA DEL MIEDO
Julián Delgado. Escritor
El miedo es el sentimiento que más hace
sufrir al hombre; por ello, la seguridad es uno de sus bienes más preciados y
los poderes públicos han asumido como un deber primordial proporcionársela,
dado el valor de lo que protege (vida, integridad personal, propiedad) y el
daño psicológico que produce el miedo cuando se instaura de forma permanente.
El miedo es una enfermedad moral que afecta también a las sociedades, por eso
desvía las sendas de la historia, abre la puerta a la manipulación y legitima
políticas de represión y exclusión.
La seguridad humana no solo se reduce al
control de la delincuencia, sino que abarca dimensiones como la ambiental,
sanitaria, de los nuevos riesgos tecnológicos, laboral, protección ante
catástrofes, estabilidad institucional…
Los problemas de seguridad no cesan de
incrementarse en las sociedades al hacerse más complejas. Los profundos y
rápidos cambios que padecemos dan la sensación de que todo se mueve y nada está
en el sitio donde siempre estuvo; el orden y las certezas de la vida han
cambiado radicalmente. Los antecedentes endógenos de la violencia humana
(codicia, ambición, odio, envidia…) se movilizan con más facilidad en la
compleja y difícil vida de hoy.
La desazón aumenta, buscamos respuestas,
pero solo encontramos interrogantes. Es probable que la inseguridad en que hoy
vivimos no sea mayor que la de antes, pero aquella resultaba más soportable
porque entonces se creía en Dios, en Su justicia, en la esperanza de vida
eterna. En Occidente, hace tiempo que la fe en Dios se desvanece para ser
sustituida por el escepticismo. La ciencia ha sustituido a la religión; la idea
de Dios no ayuda a explicar nada que la ciencia no pueda explicar de forma más
simple. Pero la religión daba esperanzas que la ciencia no da. El hombre
occidental ha quedado sin una esperanza definitiva.
Sobre esta sociedad escéptica y
desesperanzada se ha precipitado el terrorismo yihadista convirtiéndola en su
teatro de operaciones. Como volver a creer en lo eterno no parece razonable,
tendremos que hallar la seguridad en un relato colectivo que nos cohesione y
buscar la felicidad en breves e inciertas alegrías. Tal vez por eso los
antiguos imaginaron a los dioses.
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