Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 22 de enero de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

LA LLAMA TRUMPISTA

23 de Enero 2017


    A mí que quieren que les diga pero me ha impresionado el discurso de Trump en su inuguration day. Ese vibrante final de un “gran país nuevamente fuerte, rico, orgulloso y seguro”, no me deja indiferente. Ya ven los tiempos melindrosos o dengues que vivimos para llamamientos tan contundentes como los contenidos en el estudiado y medido discurso del ya poderoso mandatario. Si es una declaración de intenciones, ahí están y no será que no se veían venir. Si se trata de una advertencia, mejor darnos por enterados. Y si de una amenaza, pues mejor prepararse para un cambio de ciclo o de era.

    Y ya se que la pieza oratoria viene del ejecutivo de la Nación líder del mundo occidental desde hace más de cien años; del ejecutivo de una Nación que utilizó su poderío para proteger los valores de convivencia civilizada allá donde se le reclamaba o donde consideraba podía quedar en riesgo directo aquellos o indirectamente los propios; que le pregunten a Europa y su defensa pitiminí desde que acabó la II GM. Pero una Nación que aún continúa a la cabeza de la ciencia, la tecnología, la cultura, la economía, la democracia y la libertad. Que es cuna de la Constitución más antigua, consolidada y sólida de ésta parte del mundo, si excluimos la no escrita de Gran Bretaña que cedió su lugar en el mundo a la nueva Norteamérica como hogar de la razón y la libertad. Constitución que estableció por vez primera y para siempre los derechos del hombre, convirtiéndolo en fe indiscutible del pensamiento progresivo en todo el mundo occidental. Y que instituyó el más intrincado mecanismo de contrapoderes democráticos, pasando de los tres elogiados y envidiados por Montesquieu en el gobierno británico a cuatro; donde la Corte Suprema, el Presidente y el Senado frenan al Congreso; la primera y el tercero al Presidente y los cuatro, mediante actividad federal, impidiendo que las legislaturas estatales no destruyan los derechos naturales de los ciudadano ni la arquitectura federal. Aun así, sus huecos fueron advertidos ya en 1835 por Tocqueville en su “Democracia en América” previendo la posibilidad de que su democracia degenerara en dictadura, supuesto luego llevado al cine y la literatura.    

    De manera que el discurso no tiene desperdicio, tanto como para considerarlo impropio de un patán como Trump, o sí. Depende, seguramente solo un personaje como él es capaz; y puede anunciar, lo que ya percibimos como próximo si no presente, en nombre y como instrumento de un movimiento que como nube oscura y amenazadora recorre los escenarios de glotonería buenista y biempensante, egoísta y crasa, instalada en la sociedad del bienestar que gozamos. Pero claro, las paradojas no pueden ser más llamativas. De manera que el dictador chino que encabeza el más radical capitalismo comunista – que ya resulta contradictorio en sus propios términos- predica el libre cambio y el derrumbe de las fronteras – salvo las que impiden salvaguardar los derechos humanos y la libertad- para avanzar en la hegemonía propia, aprovechando el declive del gigante americano. Trump por el contrario, pretende y seguramente conseguirá, el proteccionismo como biblia económica, camino seguro hacia la fuerza y la prosperidad.                           


   Y en términos duros, exigiendo la protección de las fronteras frente a la devastación provocada por el robo de empresas y la destrucción de empleos. Quiere no solo un rearme de orgullo nacional sino también hacer una nación vigorosa, con ejército fuerte, fronteras seguras, creando riqueza y empleos, construyendo infraestructuras,  invirtiendo en ellas quizá un billón de dólares; destruyendo el terrorismo islámico y anteponiendo sus propios intereses a los de otras naciones. Pero no es admisible la queja ni aquí en Europa ni en la Norteamérica que se moviliza hacia la desunión. Ciertamente los visionarios, también llamados populistas, no pueden tener razón, pero han faltado estadistas aquí y allá, fijando los ojos en ideales y no en intereses. Por eso llegó Trump y el trumpismo, dando más valor a la seguridad que a la libertad. Por eso el trumpismo ha lanzado proclamas urbi et orbi. Y será mejor escuchar, valorar y actuar en consecuencia. Porque ha dicho no presidir una ceremonia de transmisión de un Partido a otro, sino del poder de Washington DF – que floreció como sus políticos- al pueblo; no beneficiado, que pierde los empleos, le cierran las fábricas; o a esa clase media que le arrancan la riqueza de sus hogares y la redistribuyen por el mundo, sin beneficio de la generada y pagada por el pueblo; como madres y niños atrapados en la pobreza, los jóvenes sin educación, en la delincuencia, las pandillas y las drogas. Por lo tanto interesa, no el partido que controla el gobierno sino si el gobierno está controlado por el pueblo, al que quiere convertir en gobernante de la nación.

    Son tantos los parecidos con los podemitas o con los radicales europeos que hace pensar en que siendo gemelos, tronco del mismo árbol podrido, nunca fascismo y comunismo populista estuvieron tan cerca y ambos, tan cerca de nosotros. Seguramente la prosperidad florecerá en USA a corto y medio plazo, pero más allá la autarquía que pretende será tan demoledora para ellos como para nosotros. Tal vez, no finalizará el mandato y se apague la llama. O sí.     


No hay comentarios:

Publicar un comentario