La Azotea
LAS CAMELIAS DE LA DAMA
12 de Agosto de 2016
Ya ven la plegaria laudatoria y de gloria que el bueno de
Antonio Manuel Carmona, compuso hace no muchos días por estas cálidas tierras
del Sur. Sí, me refiero al purasangre de la noche televisiva que iba para
ministro y quedó en concejal para sostener a fuerza de estómago a la inútil y
lesiva alcaldesa de Madrid. En algo debía quedar el simpático eslogan
"Carmona con Carmena". Pues ya digo, el pobre sufrió un éxtasis de
inteligencia política y amor irrefrenable por la compañera Susana, con nuestra
Susana; con la Susana de tiroslargos y tronío trianero, la hija del pueblo que
con el pueblo y para el pueblo se funde, la esposa del tieso. Y va y le dice en
su presencia que es un fenómeno de la política, que está a la altura de las
grandes europeas sin nada que envidiar a la Thatcher o a Merkel; ahí queda eso.
Y se vuelve a Madrid, a seguir apoyando el progreso, dejando en Sevilla el
regusto del elogio y la semilla de un futuro político mejor, cuando a Susana la
grande, la poderosa, conduciendo el timón de esta pobre España le recoloque
desde la cima y puedan reconocerle sus virtudes ocultas. Pues ya veremos,
porque en estos tiempos los acontecimientos vuelan y nada es lo que parece, ni
siquiera Susanaperon que ya es decir.
Fíjense en el intrépido Rivera que en un golpe de magia, en
un " ahí queda eso", presenta ante el hierático Rajoy nada menos que
seis medidas para salvar España de sí misma. Es verdad que seguramente
necesitaríamos sesenta, pero buenas son para empezar. Además son medidas ya muy
usadas por el personal en el vestuario político de la trastienda y a casi nadie
extrañará que se traigan a este probador. Miren, algunas sirvieron para vestir
de gala presidencial a personajes como Sanz, Cifuentes, Herrera o Pedro A.
Sánchez. Y además las usó para intentar engatusar al estadista Zapasanchez, de
manera que el zorroviejo Rajoy tendrá que tragarlas ampliadas, menos esa de la
Comisión, o rechazarlas en bloque. Es igual porque sirven para poco que es algo
más que nada. Ya me dirán tanta emoción y tertulia elogiosa preparatoria de los
editoriales del día siguiente, repletos de optimismo por aquello del inicio de
la caminata.
Miren, es verdad que hay una mitad de España amorcillada y la
otra encanallada. Pero la tomadura de pelo ha llegado a tales límites que
seguramente resultaría indescriptible, incluso para Pérez Galdós. No me digan
que ahora España necesita el compromiso de una Comisión de investigación sobre
el caso Bárcenas; lo que a duras penas intenta salvar la Justicia lo desea
confiar a una malandrina comisión. Y esa colosal estupidez la propone el jefe
de quién preside en Andalucía la más vergonzosa, boba e inútil Comisión de
Investigación sobre una inmensa cloaca de corrupción a cargo del régimen
socialperonista, duradero ya tanto tiempo como el franquismo. De manera que
apuntala al populismo rociero de forma descarada e impresentable Rivera el
simple, y ahora con esas credenciales y la propuesta/disparate trata de convencernos
de ser la bisagra que necesita Rajoy. Por lo visto la preocupación, ya europea,
sobre la rebelión catalana y si el Gobierno activará el artículo 8,1 de la CE,
no necesita figurar en el listín; ni la crisis financiera insalvable del
sistema de pensiones; ni el gigantismo inabarcable del Estado; ni el papel
activo sobre el desbordamiento yihadista de Europa; ni el abordaje decidido de
una reindustrialización de la Nación; ni el déficit, la deuda y la Comisión
europea; ni el problema del paro ya estructural; ni la independencia de la
Justicia y para qué seguir.
Ya digo, el simpático Carmona no es más que la aparición en
el escenario de la socialdemocracia española de la incapacidad para acabar con
el penoso bienio Zapa y encontrar alguien que con talento reconduzca la caótica
situación del Partido. Pero Carmona va demasiado deprisa y Susana con más
ambición que patrimonio intelectual y político, demasiado despacio. No duden
sobre lo que representa Susana: populismo último modelo, vacío y antipolítico
que germina en todas las formaciones que trascienden el liberalismo. Jamás
escuché de los labios de quien lleva más de veinte años vinculada al lodazal
andaluz, ni pude leer de su pluma idea alguna que represente esperanza, porque
tiene pocas, antiguas e inservibles en una moderna democracia. Pero su astucia
le lleva a sobrevivir en la vida política más allá de lo razonable y merecido,
apartando con habilidad y sin piedad a quien estorba su camino de gloria. Los
datos de Andalucía durante su mandato resultan estremecedores, sin más mérito
para los intereses generales que lograr hacer desaparecer de la actualidad el
escándalo gigantesco de la corrupción de su régimen. Pasan los años y nada
resuelve la Justicia, es más va deshaciéndose lo instruido, prescribiendo las
acciones o muriendo los protagonistas. Un éxito arrollador que sin duda resulta
paralelo al trinque impune de la burguesía convergente catalana.
De manera que si Rivera representa ahora menos que cuando
empezó y no logra ni tan siquiera delimitar sus contenidos ideológicos - que
seguro los tiene- y el desubicado y envarado Zapasanchez, no tiene ni el cariño
de los suyos, el episodio nacional es más que galdosiano. No se si queda Susana
en la otra orilla; si puede no les quepa duda alguna. Su ambición y afán de
notoriedad no tiene límites y su bagaje consiste en gobernar una población
conservadora acostumbrada a obedecer, a seguir las directrices del poder, a
confiar ciegamente en sus dirigentes sin pensar si en vez de gato le dan
liebre. Lo importante es que le den algo y al ser posible gratis. La dama se
adorna con dos camelias; aunque no sabemos si se presentará con la blanca o con
la roja. Pero casi seguro que se presenta.
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