Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 5 de agosto de 2014

La Opinión Independiente de Javier Pipó


LADRONES
Javier Pipó Jaldo
5 de Agosto 2015

De manera que para el indómito Mas, cuando pase la tempestad la historia absolverá a Pujol. Un disparate más en boca de quien aunque parezca imposible representa a los saqueados.

Desde luego la Historia ni absuelve ni condena, simplemente pasa página olvidando las negras. Y en el supuesto de delincuentes, carecen de lugar en ella, aunque quede el recuerdo, siempre superado en el proceso de mejora de la moral colectiva. Pero claro, hay sus excepciones como ocurrió con Capone y seguramente ocurrirá con el poco honorable Pujol, nuevo representante de los robaperas y asaltapatrias de lujo.

Para el todavía Molt Honorable President, Pujol le produce pena y compasión. A muchos ciudadanos honrados, asco, vergüenza y preocupación. Es la ventaja de no ser nacionalistas ni por asomo independentistas.

Digámoslo con pesadumbre y rabia. Esta democracia no es representativa, ni popular, ni orgánica, simplemente cleptocrática y opuesta a la verdad, la honorabilidad y la decencia. La Transición ya quedó arruinada, sin más puerto de llegada que el refugio bucanero; sin dirigentes de prestigio o con el prestigio de la mediocridad; sin ilusiones colectivas; sin proyecto de Nación; sin papel en la Europa de las ideas y formas civilizadas, incapaz de mirar con dignidad un horizonte de ética social compatible con progreso y libertad.

Toda la Nación aparece manchada por la brizna negra y peguntosa de la corrupción, adoptando en cada territorio su singularidad criminal. Primero despojaron el sistema de los instrumentos de control tradicionales, alegando la necesidad de compaginar eficacia y legalidad, poniendo como leyenda la madurez del pueblo ya ciudadano y la solidez de las instituciones. Luego, comenzó la ocupación y saqueo sistemático, generalizado y descarado de todas las rendijas del poder previamente descentralizado e insostenible,   financiado con un sistema tributario cada vez más asfixiante. Para terminar en el enriquecimiento de dos generaciones de salvapatrias, autodotados de privilegios y blindajes inimaginables y con la casi seguridad de la impunidad proporcionada por un sistema judicial inservible, repleto de garantías asombrosas a favor de quien practica el bandidaje y el abuso.   

Ahora quedan al descubierto las miserias de una clase política mediocre, inmoral,  trincona, de medio pelo, que jamás creyó en la democracia y que se ve más capaz de satisfacer sus instintos que de elaborar un proyecto de vida en común. Que no es capaz siquiera de conservar el Estado que era la función que Platón atribuía al buen gobierno. Que ven sin inmutarse como nos adentramos en la tiranía o timocracia, que según aquél es la forma en que degenera la democracia cuando el pueblo estalla y se entrega al demagogo y tirano, porque la ignorancia de la mayoría es la madre del miedo de todos.

Así se dibuja un horizonte posible de sudor y lágrimas con el recuerdo de una sociedad confiada y feliz, más allá del bienestar; de la libertad vivida con despreocupación, como si fuera un bien duradero por irreversible. Y se podrían vivir momentos angustiosos viendo retroceder hasta su desaparición principios y valores de una civilización avanzada y grandiosa pero que estúpidamente es capaz de facilitar garantías de impunidad a los enemigos de la democracia que anuncian con descaro su destrucción con detalles espeluznantes, antes que facilitar su defensa en la seguridad y el respeto a la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico.

El Partido Popular ha cometido un inmenso error de lesa patria al no encabezar – legitimados por su irrepetible mayoría absoluta – el tercer intento histórico de regeneración de la Nación española. El desarrollo económico y el bienestar solo son posibles desde la libertad; desde el principio de legalidad y el imperio de la ley; desde la seguridad jurídica y el funcionamiento implacable e independiente de la Justicia. Su inanidad y pasión por la cuenta de resultados nos aboca a que el pueblo encuentre en la dirección de Iglesias el momento leninista de la audacia. Es decir, del asalto al poder, ayudado por una socialdemocracia desnortada y sin ideas.       

Estos ladrones nos roban hasta la dignidad, una vez despojada la democracia de su fuerza motriz, de su médula esencial: encabezar el avance de la humanidad hacia estadios superiores de la convivencia y la razón.  

 

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