Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 18 de agosto de 2014

La Opinión Independeinte de Javier Pipó


LADRONES ( y 2)
Javier Pipó Jaldo
10 de Agosto 2014

Un viaje por la cleptocràtica democracia española debería hacer estación especial en la hermosa tierra andaluza. Y no por la antigüedad, el volumen o la sistemática del saqueo practicado, que también, sino por la trascendencia que tan largo proceso produce en la mentalidad y comportamiento colectivos.

Junto a la Cataluña mencionada en mi artículo anterior, del hurtonacionalismo depredador y reaccionario, en modo alguno podemos olvidar el despojo criminal repartido por las tierras de Valencia, Madrid o Extremadura, de Aragón, Cantabria, Murcia o Castilla la Mancha, en los varios y variados cientos de sumarios abiertos, como heridas que nunca cicatrizan porque a nadie interesa curar. Son muestras vivas de una sociedad en crisis moral de carácter estructural y de consecuencias devastadoras. Después de todo podemos elegir territorio y Partido, contarlo en miles o en millones, elegir entre latrocinio público o privado, entre políticos o próceres, entre empresarios de relumbrón o autónomos de la trampa.

El español de nuestro tiempo y no digamos el andaluz, conoce de cerca los desmanes de unas élites extractivas que desde las Administraciones Públicas a las organizaciones no gubernamentales, o si pero que viven del erario público; desde las grandes corporaciones a los cuerpos sociales intermedios, vienen mostrando desprecio por los principios y valores que configuran aún la Europa civilizada del pensamiento, el progreso y la libertad. Y ese comportamiento abyecto, en algún momento emanado de la propia Jefatura del Estado, traslada a la sociedad un modelo nada ejemplar que ha calado profundamente en la familia, la empresa, en los círculos de influencia de personas o grupos, convirtiendo la sociedad en espacio descarado donde circula el contrato fraudulento o simplemente su incumplimiento; el abuso de poder o el trato abusivo en las relaciones laborales, mercantiles o sociales. Y ello, envuelto en ambiente tensionado, rígido, de intolerancia y egoísmo, donde lo importante es la apariencia, aunque tras ella habite el vacío, o la imagen, aunque no soporte la autenticidad o mejor, la verdad. Todo queda en copia o refugio de un tiempo pasado donde al menos la esperanza era producto del esfuerzo, la preparación y el orden social previsible y no de un poder omnímodo que reparte solidaridad obligada y encima contempla el sistema como autoservicio de enriquecimiento, aún cuando administran una Nación en nombre de valores sagrados de democracia y libertad.

Por eso el robo nacional practicado generosamente por los piratas de las instituciones, ha logrado traspasar la frontera de lo medible, el límite de lo razonable, el volumen de lo tangible. Y aquí, seguramente no será posible restablecer las reglas de convivencia o al menos de legalidad porque el ordenamiento jurídico se verá desbordado por quienes lo han burlado y el poder judicial aparecerá, como incapaz de abarcar un territorio tan amplio, ni siquiera a modo de red de arrastre que devaste los bajos fondos de la corrupción.

El trabajo de la Juez Alaya, concienzudo, meticuloso y casi heroico, es el de una profesional con apariencia de fragilidad, pero que engrandece el papel de la mujer hasta un horizonte que jamás soñaron profesionales de plastilina del feminismo ideológico de tres al cuarto, y desde luego el de la judicatura, que acerca con esperanza a un pueblo frustrado y harto de tanto ladrón enquistado en los pliegues de la ley.

De manera que en Andalucia, tras más de treinta años de Administración-Providencia que sustrae a los ciudadanos su responsabilidad a cambio de la libertad de decidir aunque con derecho a permanecer flotando en la estúpida utopía, presenta ante Europa los peores índices de bienestar, pero los más amplios y sólidos en corrupción. Así, para vergüenza colectiva y página negra de la Historia, desfilan por la pasarela del deshonor y la rapiña, cientos de avispados robaperas y lo más granado del socialismo moderno y del autoprogreso, empezando por los que ejercieron la Presidencia de la socialdemocracia española durante decenios y la representación del Estado en la Comunidad. Cuanto recuerdo de aquellos comienzos inocentes e indecentes en que sólo se trataba del Gobernador del Banco de España, del Ministro del Interior, del Jefe de la Guardia Civil o de las responsables de la TV Pública o del BOE.

Ahora, a quien toca decidir el camino a tomar es al TS y a la opinión pública ahora llamada ciudadanía, empezar a dudar. Pero si la justicia no entra a saco, con manos limpias e independientes, en este paraíso de la corrupción total; si no salen jueces valientes de las madrigueras que proporciona la falda política de la Justicia, que a modo de capa todo lo tapa, el resultado será una frustración explosiva. Por eso aumenta el temor a un nuevo salvapatrias. Y el que en el horizonte se ahora dibuja, esgrime como modelo la hoz y el martillo de las revoluciones castrista o bolivariana. Es decir, el modelo transparente de la limpieza, el progreso y la libertad.

Pero no todo está perdido para la democracia, ni estará, mientras queden jueces como Alaya y prensa libre dispuesta a denunciar el abuso y el despojo de estos ladrones.

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