Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 22 de abril de 2014

La Opinión de Javier Pipó


LA AZOTEA

LA PRESIDENTA
22 Abril 2014



Hablaba en foro cualificado ante casi todos los sectores esenciales de la provincia de Córdoba y la he escuchado con respeto y curiosidad. No me ha defraudado en absoluto porque tiene garra, un verbo fluido y resulta convincente y segura. Su acento termina por agradar y la expresión de su rostro se acompaña de gestos medidos y suaves que la hacen cercana y casi familiar. Nada me extraña el tirón mediático nacional de que goza, casi tan importante como el aparato que la acompaña.

Estamos ante Susana Díaz, una política de raza, ambiciosa, que envuelve en seda pura sus no muchas ideas políticas, algunas posibles, para poder colocar el mensaje en un gancho contundente. Desde luego está por encima de la media de sus correligionarios, a los que desbancó sin necesidad de elecciones previas.Creo tiene futuro, en un panorama de clase política mediocre a la que no mueven ideales sino intereses variables, a veces inconfesables. Ella, al menos es capaz de hilar un discurso con apariencia de convicción y letra de devoción. Si no carece de glamour personal, interesa saber si sus dotes políticas son las necesarias para la gobernación de Andalucía, territorio en estado de coma cultural, político y económico. No lo creo en absoluto.

Susana Díaz, seguramente representa la tradición más rancia y conservadora del socialismo andaluz y español, a diferencia de la socialdemocracia europea, otra cosa. Y esa tradición cuenta con estructuras rígidas que permiten margen escaso de improvisación e innovación. O responde a la tradición o su programa circula a calendario fijo. Ella es heredera de sus antepasados políticos que la encumbraron para mantener el legado de poder, también el económico, también el de la corrupción. Están repartidos los sectores, con participación de la derecha de las tradiciones y los intereses, a la que dejan tocar escasamente, pero con suficiencia para mantener el statu quo.

Naturalmente puede imprimir su sello personal. Es inevitable y forma parte del guión. No puede ser ni tan roma como Chaves ni tan gris y predecible como Griñan y el resto de sus antecesores. Es como Peña Nieto en México, que siguiendo la interminable historia del PRI debe aportar algo más que juventud. Y la aporta, aunque el Estado esté a punto de resultar fallido, salvo intervención decidida de los norteamericanos. Andalucía es también autonomía a punto de resultar fallida y se mantiene gracias a la intervención de Europa y el resto de España, que le prestan respiración asistida financiera permanente.

De manera que para la dulce Susana hay dos pilares en sus objetivos de Gobierno: la igualdad y la legalidad. Pues quien se lo discute? Y cuando comienza esa denodada lucha por los principios irrenunciables? Y vuelve anunciar otros dos planes para la creación de empleo, con doscientos millones de euros cada uno. El primero para hacer desaparecer las trabas y el segundo para favorecer el empleo juvenil. Todo desde el Estado. Aunque exigiendo a los demás solidaridad interterritorial, porque sus fondos apenas llegan para el pago de abultadísimas nóminas. Y claro, como está satisfecha como el que más con la estructura del Estado, si acaso habrá que federalizarlo- aunque no sepamos como ni para que - pero sin tocar sus dimensiones. Mientras, mira al pasado. Es decir, al turismo, a la exportación de coches y a las remesas de los emigrantes cualificados. La única diferencia, esta última, con la España y Andalucía de Franco de los años sesenta. Es verdad que Susana sustituye la exportación de coches, aquí no hay, con la construcción. Sí, con la construcción, aunque con la presidenta debe ser sostenible y no especulativa. Siendo así, no degenerará en crisis.

Todo eslóganes vacíos, críticas al Gobierno de la Nación y esperanza de un mundo mejor. Aunque al final dos perlas contrapuestas nos definen mejor su difícil personalidad y la atadura de origen que la mediatiza. La primera, mirando a su socialismo de aparente guante blanco. Solo los empresarios son capaces de crear empleo. La segunda, la Mezquita de Córdoba debe ser de titularidad pública y gestión de la Iglesia católica. Ahí queda. Pues eso.

jueves, 17 de abril de 2014

Javier Pipó en el "Diario Córdoba"

Publicado en el "Diario Córdoba" el día 17 de Abril 2014 

DICTADURA Y SEPARATISMO
Javier Pipó Jaldo

Hace un año transitaba por este espacio de opinión reflexionando sobre el momento especialmente delicado que vivíamos. Con no excesivo optimismo porque los datos macro de la economía no invitaban a otra posición, aunque desde el poder se encendía luz larga para poder vislumbrar esperanzados una recuperación difícil pero posible.

Este largo y penoso proceso impulsado hacia el abismo durante los negros años del zapaterismo, debería hacer volver la mirada al pasado inmediato, ahora que la recuperación parece estar aquí y brotando, no con parámetros débiles o con perfiles tenues, sino más bien con vocación de permanencia, incluso de avance aunque fuese tímido.

Y reclamo mirar hacia atrás no por contagio de esa letal y sectaria memoria histórica que con "ley de tipificación del negacionismo" incluida nos preparan, sino como humilde aportación reflexiva a cualquier intento en marcha como instrumento de avance y progreso.

Porque puestos a mirar hacia atrás, que tan buenas experiencias a veces reporta, interesaría recordar el gigantesco esfuerzo realizado por la sociedad española y seguramente las instituciones de su Estado, durante los apasionantes años transcurridos desde la muerte de Franco y marcadamente en los aledaños de 1980. Es decir, desde el comienzo del rodaje de la Constitución, las elecciones de marzo de 1979 ganadas por Suárez y su dramática dimisión en enero de 1981. Todo ello rebozado en una apabullante y también espectacular crisis energética en 1979, comenzada con los precios del petróleo seis años antes y sus tremendas secuelas de estancamiento económico, con inflación superior al 26%. Años dificilísimos que requerían gobernantes con visión de la historia y del Estado, de su responsabilidad patriótica por liderar un éxodo decidido a la Europa añorada del progreso, la libertad y el bienestar. Y los hubo.

Y permitieron el protagonismo a dos personajes señeros como el Rey y Suárez que dirigieron una transición asombrosa. Y tras ellos, una sociedad representada por el resto de líderes políticos --los mejores desde la Restauración-- y los sectores económicos. Y todos unidos dieron ejemplo con los Pactos de la Moncloa y la solicitud de adhesión a una UE aún lejana, con ocho años de espera para hacerse realidad.

Y el resultado debe ser traído desde el recuerdo, para ejemplo de las nuevas generaciones y de la clase política que nos lidera, la peor y menos ilustrada desde hace siglo y medio.
Porque desde ese año 1980, en términos de riqueza nacional, el PIB ha crecido algo más de seis veces y media y su reparto per cápita, se ha multiplicado casi por seis. Cifras espectaculares que se agrandan si se compara el PIB de Andalucía, que hoy equivale a una magnitud casi similar al PIB de España aquel año.

Sin embargo, llegados a este punto se detecta cierto cansancio en la estructura social, en las costuras del sistema que parecen deshilacharse. Se vive como si la libertad fuese bien imperecedero, el bienestar algo que se mantiene y acrecienta sin esfuerzo diario o la permanencia en el club europeo, un potosí inacabable. Parece comenzar una marcha de regreso, lamento, desprecio de unos y otros, odios que comienzan a acumularse, resentimientos a flor de piel, reproches descarados e insufribles.

Hemos atravesado una dura transición para llegar al puerto incierto y oscuro de la disolución nacional, de la puesta en cuestión de la propia razón de ser de España, de la pérdida del bienestar alcanzado por el sacrificio infinito de las generaciones anteriores, con sus valores y principios que por naturaleza deben permanecer intocables. La ética del comportamiento, la lealtad, el patriotismo, la tolerancia, el arrumbe del relativismo, el desprecio a la corrupción, el amor al trabajo, la austeridad, la valoración del esfuerzo o la meritocracia.

Con Habermas, creo firmemente en la evolución de la conciencia moral de las sociedades, aprendiendo no solo técnicamente sino también moralmente. Pero aquí, no ayuda precisamente un sistema educativo que ha demostrado ser lesivo a los intereses nacionales y una crisis de valores que arrasó hasta los principios del cristianismo otrora soporte moral de España y Europa.

Para Salvador de Madariaga los dos rasgos constantes de la vida política de España, las pasiones del español decía él, son la dictadura y el separatismo. El primer rasgo quedó abandonado, ojalá para siempre. En cuanto al segundo que nadie confíe en Europa, pues en las relaciones internacionales no mandan los deseos ni las teorías, sino la geografía. El determinismo geográfico es el factor constante del acontecer histórico, como decía Kaplan.

sábado, 12 de abril de 2014

La Opinión de Javier Pipó


EL RETRODECRETO o HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE
Javier Pipó Jaldo

Este es comentario para no escribir, por su aspereza y penosidad, pero seguramente brota como obligación cívica y democrática. Es servidumbre de un sistema o modo de vida superior, en que consiste la democracia. El mejor sistema de los conocidos y el más civilizado, único para convivir y avanzar, para que pueda germinar y desarrollar su potencial la dignidad del ser humano en sociedad.

Pero unos desapresinvos, han violado en cuarenta y ocho horas dramáticas, las reglas de juego de un sistema imprescindible para poder homologarnos a los mejores de la historia social europea.

Muchos ingenuos demócratas quisimos ampliar cierto margen de confianza por si el transcurso de estos años en contacto con la Europa de la Ilustración les infundía respeto hacia el ordenamiento jurídico y la Constitución. Pero no, la desprecian, pretenden rebasarla. Están enfermos de resentimiento ciego e histórico que seguro no le transmitieron sus mayores, sino que quizá adquirieron en un sistema educativo escaso y viciado de sectarismo e ideología totalitaria.

Son ambiciosos, alejados de la ética y la moral social. No permiten autonomía de la persona, en el protagonismo de su vida, como ser individual, como persona humana. Prefieren lo colectivo, que se mueve dirigido por mensajes cortos, lineales, pasionales, irracionales, casi siempre ahistóricos. Pero que pueden manipular desde la vanguardia donde siempre aparecen situados y aprovechando para sí y los suyos privilegios que jamás alcanzará la masa que les sigue.

Creía que pasó el tiempo de hacer prevalecer los valores del orden y la religión sobre la democracia y la libertad porque a la postre, estos últimos sustentan los primeros. Pero aquí no prevalece ninguno de ellos porque los valores que por naturaleza deben ser permanentes para permitir el desarrollo social, hace tiempo desaparecieron. Solo perdura el relativismo, el utilitarismo y quizá el nihilismo.

Pero es lo que hay y si ayer ponía de manifiesto en EL DECRETILLO algunas magnitudes preocupantes de una Andalucía empobrecida y en retroceso de lo avanzado, hoy tras el retrodecreto me reafirmo en el pronóstico más negativo e indeseable.

De manera que el primer Decreto justifica en su preámbulo quitar las competencias “a fin de asegurar la máxima eficacia de la acción administrativa” y veinticuatro horas después argumenta con todo descaro y con idénticas palabras el volver a reponerlas.

No cabe mayor desprecio a la inteligencia andaluza que cuenta con ciudadanos preparados, gente sensata y educada, así como brillantes juristas e intelectuales o funcionarios que quemaron años preparando duras pruebas para entrar al servicio de un Estado regido por el imperio de la ley y no al servicio de asaltacaminos, capaces de utilizar las instituciones para el saqueo sistemático de sus estructuras.

Susana Diaz se destapó con torpeza y premura. Ha demostrado falta de temple y sentido común. El puesto le viene grande para sus escasas dimensiones, es mucho arroz para poco pollo.

Ella creía que gobernar es lanzar eslóganes vacíos, poner cara de niña buena y voluntariosa, sin necesidad de una experiencia previa y mayores y mejores conocimientos de historia, filosofía, economía o derecho, tal como nuestros clásicos recomendaban al Príncipe. Es la prueba de una Nación capaz de ponerse en manos de insolventes generados por la maquinaria de partidos que solo buscan la descalificación del contrario y el provecho propio. Salimos del zapaterismo y ahora nos azotan sus herederos aventajados.

Si un Consejero del Gobierno, comunista o no, comete ilegalidad, tras los asesoramientos jurídicos pertinentes se le cesa y se repone el orden jurídico perturbado y de resultar necesario se imputan las responsabilidades administrativas o penales que procedan. Ya me dirán la necesidad de modificar el orden competencial establecido.

Y si se entiende que resulta peligroso entregar determinadas responsabilidades a socios de Gobierno, se rompe la coalición y se gobierna en minoría o se convocan elecciones. Coaligarse con socios comunistas es un riesgo seguro – ya veremos Extremadura – cuyas consecuencias a veces carecen de retorno.

Pero sentenciar en una noche o dos, entre políticos insolventes, si una decisión de gobierno vulnera o no el ordenamiento jurídico es un atropello y una burla. Ellos, en plan retador resuelven lo que a la justicia corresponde, en una visión totalizadora y peligrosa del poder. Máxime cuando en el intermedio se han producido dos normas con consecuencias jurídicas.

Los Decretos a mi juicio son ilegales y con base suficiente para su impugnación en la jurisdicción contencioso administrativa, al vulnerar la teoría de los vicios absolutos o radicales y más en concreto el vicio definido por García de Enterría como “desviación de poder”. Pero su anulación carecería de consecuencias prácticas y nada enmendaría la humillación total sufrida por la Presidenta de la Junta y representante ordinaria del Estado en la Comunidad. A lo largo del día de hoy, los comunistas exultantes por el triunfo, dan gritos a la revolución y la república.

Creo que este cambio de opinión radical, vergonzoso e ilegal, algún día nos enteraremos, pudiera relacionarse con amenazas explícitas o implícitas de sacar a la luz cuestiones aún más sorprendentes de las que circulan – es un decir - por los mentideros judiciales.

La ya insignificante Susana, con su extrema torpeza, se ha burlado de los ciudadanos de Andalucía y en consecuencia debe abandonar inmediatamente el cargo, aprender un oficio y empezar a trabajar en vez de vivir del trabajo de los demás. Mientras, en Andalucía, el Estado de Derecho, se encuentra agredido y agónico.

Que de unas elecciones limpias y democráticas salgan nuevos gobernantes, por si esta vez el pueblo andaluz considera que no siempre hablando se entiende la gente. 

viernes, 11 de abril de 2014

La Opinión de Javier Pipó


EL DECRETILLO
Javier Pipó Jaldo

Hoy aparece en el BOJA, campo de tantas batallas inútiles al progreso, un Decreto de la Presidenta de la Junta modificando el orden competencial de la camarada Consejera de Fomento, que traslada a la de Hacienda, gloria pasada de la Intendencia necesaria y del descontrol consentido.

Que quieren que les diga, no me interesa el contenido del que será famoso Decreto sino su oportunidad. Me interesa el metadecreto. Y claro, soy consciente que dicho así lo  devalúo y no le doy más rango que decretillo, dentro de ordenamiento jurídico tan ancho como un océano que acumula la metajunta en más de treinta e incansables años.

Y lo digo sin alarde de finura analítica, sino como espectador descreído y curado de espantos y pantomimas.

Miren, Andalucía tiene una historia que apabulla, una riqueza monumental realmente notable, es destino turístico para millones de personas que gozan de un clima privilegiado y unas gentes alegres e intuitivas a las que educaron para confiar solo en el Estado. Este será el que resuelva en última instancia sus problemas y para eso nada mejor que una pasada por la izquierda, más larga que por el franquismo. Sus habitantes representa el 18% de la población nacional, aunque su PIB no llega al 14% a pesar de ocupar el tercer lugar en cuanto a magnitud total.

Pero el problema dramático se hace evidente cuando se indaga en cifras concretas. ¿Quiénes trabajan en Andalucía? Porque si las últimas cifras de trabajadores en alta en el sistema de Seguridad Social no llega a 2,700.000 y el de parados está tocando la cifra de  1,500.000 personas, pues no se sabe como cuadrar una cosa y otra, sobre todo si pensamos que sumados este numero gigantesco de parados con el total de pensionistas, exclusivamente jubilación e invalidez permanente, otros casi 1,500.000, da una cifra superior a los ocupados legales. Pues ya me dirán porque empleados públicos, la mayor parte de los casi 800.000, son laborales una vez descontados los funcionarios y en consecuencia se supone que en alta.

Las cifras impresionan y preocupan porque si alguien debe ser objeto de ley de dependencia, esa es Andalucía. Y ojo, el paro se multiplicó por tres en diez años y el PIB descendió en 2013 el 1,5%.

Y ahora aparece el decretillo de una Presidenta en plan estadista que nos exige la lealtad al imperio de la ley y se lo exige a quienes la Constitución es solo un punto de referencia desbordable cuando no alcance las expectativas de quienes continuamente la zarandean por burguesa y neoliberal, lejos de los intereses de las capas populares, que diría Cayo Lara.

Y lo exige ella, que ha estado en la pomada de la corrupción de los últimos años de Chaves y Griñán pero cuya Administración heredada de todos los anteriores ha representado el mayor foco de corrupción de Europa meridional, en cuyos mentideros siempre, desde hace muchos, muchos años, se consideraba incompatible legalidad y eficacia. No debe ponerse tan seria y solemne para este acto histriónico de gobierno aparente.

¿Que debemos felicitarnos porque se exija el cumplimiento de la Ley? Sin duda y nos alegramos de su energía y determinación. Pero ni un minuto más. Sin aspavientos, sin actos preelectorales. Con claridad y transparencia por si todo obedece a una partitura común y compartida.

De manera que Andalucía necesita en esta hora clave de su historia económica y social, de cierto dramatismo, una conjunción de esfuerzos entre socialdemocracia y liberalismo, incluso un Gobierno de concentración tras unas elecciones urgentes.

Y no siga Señora Presidenta, por el camino de entregarse a fuerzas reaccionarias de ideología totalitaria que aceptan el juego en la medida que responda a sus objetivos.Una vez alcanzados, ojalá nunca ocurra, ni siquiera le permitirán opinar en su régimen orweliano y tiránico.

No dicte decretillos de ida y vuelta sino normas sensatas que favorezcan el desarrollo de esta hermosa tierra que si no la California europea, al menos sea la Europa rica de la libertad, la ilustración y el progreso.   

jueves, 10 de abril de 2014

La Opinión de Javier Pipó


LA MECHA
Javier Pipó Jaldo

Pues que quieren que les diga, a mí la sesión del Congreso de los Diputados para rechazar la propuesta del Parlamento catalán, me pareció una fase más del buenismo institucional de la democracia española, que se debate respirando con dificultad en los declinantes aires europeos.

Europa asiste atónita al espectáculo sabiendo que nada tiene que decir y en su caso hacer. Ya tuvo experiencias anteriores o las comienza a experimentar en Cataluña, como antes en Checoslovaquia o con la desintegración de Yugoslavia, inevitablemente resuelta a medias tras la intervención de los norteamericanos, la fragmentación de Bélgica o lo que viene en el Reino Unido o en Italia o Francia. No hay respuesta. Una vergüenza para la culta y refinada Europa que pone de manifiesto como la grasa de la opulencia se deposita no solo en las zonas menos nobles de su anatomía.  

De manera que con toda la parafernalia de las grandes solemnidades, se presentan tres mindundi, uno de ellos con dificultad para hablar en español, que dicen venir en nombre del Parlamento y pueblo catalán, aunque no pasaron de pobres mandados, de correveidiles del “señor de los anillos” de la fantasía épica que se vive en Cataluña.

Y claro, les dieron hasta en los higadillos de su insolente, vacío y reaccionario nacionalismo. Desde luego, para ese viaje bufo no se necesitaba las alforjas de un estadista tan preclaro e insignificante como Mas.

Rajoy hizo un discurso espléndido, como solo un brillante paralamentario puede hacer, sin cargar las tintas en exceso con aquellos correos del zar independentista, aunque hablando para el exterior, para que se le entendiera. Es verdad que con Rajoy resulta difícil saber si va delante o detrás de la Constitución, aunque la resignación nacional solo espera que la respete y la defienda. Para eso contaba en ocasión única con el más que elocuente, fluido y estupendo apoyo de Rubalcaba que con contundencia fijó al fin la posición de su grupo. También es cierto que si Rubal miente incluso cuando calla, siempre confiamos en que sus trolas y embustes sean de Estado. Es el consuelo que nos queda. Rubal se la juega en la compleja papeleta de acordar con los suyos que tipo de federalismo pretende porque el muestrario es tan amplio como el de un viajante de Tarrasa. En cualquier caso, dejó caer una frase, que en personaje ciertamente siniestro, produce desazón: “pretendemos una reforma constitucional sin proceso constituyente”. No se lo que quiso decir y por eso me preocupa.

En cuanto a los enviados, pues poco añadir a lo sabido. El chico de CIU, políticamente correcto en la ortodoxia independentista. Que si el Estatuto lo decapitaron en instancias del Estado; que si la declaración del Parlamento es legal, “incluso lo dice en TC”; que si hay cinco vías posibles que se reducen a una: el artículo 150 de la CE. En definitiva, se reafirman y no se resignan. Ahí quedó un glorioso rollo macabeo e inútil.  

La chica de ERC, estupenda. Informal ella porque es de izquierdas y eso marca, pero sabiendo el terreno que pisa. De hecho bajó las escalera del hemiciclo en plan “mira quien baila” saludando a todo movimiento detectado, incluso al inconmovible Rajoy que, eso sí, caballeroso como pocos, se levantó educadísimo a saludar a la nueva estadista del ruedo nacional. En su media lengua verificadora de los estragos de la inmersión lingüística, hizo sañuda crítica del Gobierno pero aludiendo al Estado, que si mucho AVE pero poca solución para las hipotecas, que si la electricidad es muy cara. Y en fin, muy poco entendible su discurso difuso y confuso. Puede que talibánjunqueras la ponga de retiro emocional. En resumen, desconozco lo que dijo porque no lo entendí, ni tampoco lo que quiso decir, porque no lo expresó.

Y el comunista, pues un espectáculo circense. Se presenta en plan descamisado, seguramente sin asear, dando un mitin demagógico, mitad bolivariano mitad castrista, insultante, altanero, retador, despreciativo y repugnante. Pero allí permanecieron impasibles los representantes de una democracia imperfecta, pero constitucional y representativa, escuchando la invectiva de un estalinista que jamás permitiría que los allí sentados pudieran criticarlo en su asamblea popular. Pues nada, se permitió dogmatizar sobre la democracia, llegó incluso a decir que es una actitud ante la vida – hay que tener morro – hizo guiños a Rubal y mezcló el Estado del Bienestar con el derecho a decidir. Ahí queda eso.

En definitiva, la mecha está a punto para ser encendida. Lo menos malo que puede suceder es que la reforma del Estado quede reducida a un nuevo sistema de financiación, a nuestra costa. Que sigamos financiando el derecho a decidir por unos años más, hasta el siguiente empuje, sin saber cuando será y si es el definitivo.

Y a esperar a los vascos, aunque con estos la mecha es más peligrosa porque la traerán encendida. 

  

jueves, 3 de abril de 2014

Javier Pipó en el "Diario Córdoba"

Publicado en "Diario Córdoba" el día 5 de Abril 2014

LOS CUATRO VALORES
Javier Pipó Jaldo

Estará viva por mucho tiempo la imagen del duelo popular por la muerte de Suárez. Es la muerte de un hombre corriente, humilde que practicaba la ética del deber frente a la concepción utilitaria del placer, para quien existían acciones morales en sí mismas. Hombre ajeno a los oropeles del poder pero imbuido por la responsabilidad de liderar el más importante salto en la historia de su país.

A mí me interesa la ambición patriótica y el impulso revolucionario de Suárez, desde la muerte de Franco a la elección de Calvo Sotelo. Bastante menos su decisión declinante al embarcarse en la misión imposible del CDS, estando políticamente acabado desde que UCD, su anterior y también imposible creación, se disolvió. Y poco, el episodio chusco y oscuro del asalto al Congreso, con la soberanía agazapada tras los escaños y tres hombres intrépidos acostumbrados solo al billete de ida.

Era consciente de su compromiso con la nación española, con fecha de caducidad. De las resistencias infinitas, de los ataques sin piedad a su obra y persona. Sufría con entereza zancadillas y traiciones de los depredadores de la política, propios y ajenos, algunos aún encumbrados, incluso llorando desvergonzadamente su muerte o aprovechando la publicidad que permite la trágica noticia.

Me interesa la etapa que conocí muy cerca, la grandiosa, que hizo de Suárez el más importante estadista desde la Restauración. El periodo de gestación constitucional con horizontes que trascenderían nuestra ilusionada generación. Me interesa su amor ilimitado a la libertad como bien escaso, poco duradero, delicado de mantener pero maravilloso de cultivar; la democracia como forma de vida, como espacio para la dignidad; de la igualdad como presupuesto y base para la justicia. Del pluralismo político como fundamento del sistema.

Y esos valores y principios supo plasmarlos en la Ley para la Reforma Política de enero de 1977, que comenzaba alabando la democracia, continuaba con el anuncio de un Parlamento pluralista y abría el proceso constituyente.

Y no es casual que tan hermosa declaración figure solemnemente en el frontispicio del Texto Constitucional de 1978, declarando como "valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". Pretendiendo significar la ruptura con el pasado mediante un claro mandato de permitir variadas tendencias e ideologías incluso opuestas, pero no una evolución, por muy legal que se pretendiese, hacia un régimen en el que no se respetasen tales valores. Y desde luego, quizá por su naturaleza similar, la indivisibilidad de la nación española figurada en el siguiente artículo 2º, al contener la expresión "España se constituye" una concepción unitaria, sin posibilidad del llamado derecho de autodeterminación de parte alguna del territorio nacional.

Valores esenciales de naturaleza supraconstitucional, que hunden sus raíces en el pensamiento humanista clásico y en el iusnaturalismo cristiano. Por eso, juristas de formación humanista pusieron todo su empeño en que los cuatro proyectaran luz interpretativa a todo el texto. Si para Bernstein no existe una idea liberal que no pertenezca también al contenido ideal del socialismo; si Europa es humanismo liberal con base geográfica o como decía Hegel una dialéctica entre la razón y la libertad, hoy es socialdemócrata como antes era cristiana. Y en Suárez se produce la síntesis casi perfecta entre liberalismo y socialismo. Alguien estudiará el pensamiento europeo de Suárez, ajeno por supuesto a la tercera vía criticada por Bobbio.

Y se habrá de estudiar si se corresponden estos valores y principios con la transformación operada por el socialismo en el Congreso de Bad Godesberg, renunciando a la inspiración marxista; enraizando el socialismo democrático con la ética cristiana, el humanismo y la filosofía clásica; en la identificación con la democracia, sometiendo todo el poder al control político; en la exigencia de un nuevo orden económico y social, conforme con los valores fundamentales de "la libertad, la justicia, la solidaridad y la mutua obligación derivada de la común solidaridad". En definitiva, en la compatibilidad con el mercado y la propiedad privada, en el ideal de una sociedad liberal igualitaria.

Y se verá la línea de continuidad entre Suárez y otro estadista como González, que en 1979 abandona el marxismo, al que mantiene solo como método de análisis, aunque sea 20 años después que el SPD alemán.

Hoy, España se debate entre la crisis y la corrupción, entre la pequeñez de sus líderes y la permanencia como nación. Es la muerte de Suárez y la Constitución de 1978.