Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 19 de septiembre de 2019

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO


ARTÍCULO QUE SERÁ PUBLICADO EN EL DIARIO ULTIMA HORA DE PALMA EL PRÓXIMO DÍA 21 DE SEPTIEMBRE


ANOMALÍA  DEMOCRÁTICA
Julián Delgado. Escritor



Hemos visto cómo se acusaba al presidente del Gobierno, con certeza contrastable, de haber plagiado su tesis doctoral, y cómo se negó a dar la cara, limitándose a utilizar informes engañosos para desmentir la evidencia. Ocurrió así, después de  que fuera él quien situara el listón de la calidad moral a una altura que no estaba dispuesto a aceptar para sí mismo. Ahora es M. Cruz, el presidente del Senado, quien, utilizando las mismas artimañas, está dispuesto a sustraerse al libro de estilo impuesto e incumplido por aquél. Unos días más tarde se produce el mismo reproche moral a Bienvenido Mena, un cargo del PP de Castilla y León y, al día siguiente, se ve obligado a dimitir.

El himno nacional que atronó en la Diada catalana supuso la irrupción de la policía en el hotel desde donde se emitía, la identificación de los autores, su imputación policial por desórdenes públicos, el registro de su vehículo y la persecución de los mozos a lo largo de la jornada. Esa misma tarde se produjo un intento de asalto violento al Parlament, la quema de banderas españolas y de retratos del Rey: no hubo ni siquiera un detenido o identificado.

Nos tenemos que preguntar si ciertas conductas solo son reprobables moral o penalmente cuando las realiza un cargo o persona de derechas y resultan irrelevantes si afectan a alguien separatista o de izquierdas.
Lo primero que procuró la izquierda al llegar al poder fue el control de la TV; y es sabido que ha acabado feudalizándola de forma partidista. Después, patrimonializó las instituciones para convertirlas en órganos de propaganda, basta observar el uso que se hace del Consejo de Ministros o del CIS. Ha impuesto una asfixiante ideología progresista, un pensamiento igualitarista y un marco mental en el que se despoja a la derecha de legitimación moral, arrinconándola en la involución, en lo rancio, en la marginación política, mientras la izquierda se sube al pódium de la superioridad ética y se erige en paladín de la defensa de los débiles y del diálogo con los distintos. 
    
Este tratamiento maniqueo constituye una anomalía democrática. La democracia se basa en el debate libre entre opciones diversas. Silenciar o demonizar al adversario es totalitarismo.

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