LA AZOTEA
NUEVAS
ELECCIONES
13 de Septiembre 2019
Pues
el progresismo sanchista, que es un progresismo autoritario, demoledor, ajeno a
la historia del pensamiento, de las ideas y de las formas políticas, sigue su
camino jaleado por los suyos – que son demasiados – sin saber hacia dónde se
dirigen. Él, desde luego, parece tener claro, y algo es algo, aunque sea tarde,
que presentarse en Europa y ante el resto del occidente democrático y
civilizado, de la mano perversa y totalitaria del comunismo no es negocio. Y lo
sabe porque le han dirigido serias y diplomáticas advertencias en inglés,
idioma que entiende con claridad.
Es
que ir con el rollo de que su socio preferente es un totalitario progresista,
no cuela ya. Si, ya sabemos que los chinos son bien recibidos y son profundamente
comunistas, de dictadura total, pero producen riqueza porque en una mezcla aún
no bien conocida, utilizan un capitalismo rabioso, sin brizna de libertad. Pero
estos pobres tontilocos bolivarianos defienden los regímenes más abyectos,
inútiles y generadores de miseria del mundo. Por eso, el jefe de la banda
sanchista, vanidoso, soberbio y venido arriba sin necesidad de falcon, ha
montado un número espectacular de hipocresía y apariencia insoportable, indigna
de un pueblo mínimamente cultivado, importándole una higa la insolvencia del
sistema de pensiones, la desertización industrial, la inmigración ilegal, la
paralización progresiva de la economía o el paro estructural en aumento.
Claro,
nadie le sigue en sus penosos intentos de convencer a estos, los otros y los de
fuera, de su fe socialdemócrata, inexistente o alejada si alguna vez la tuvo.
Bueno sí, le siguen sus conmilitones otrora faros del socialismo democrático.
De manera que por ahora ha conseguido unanimidad en el criterio de que su
voluntad sirva para un roto y un descosido; en una especie de centralismo
democrático sanchimarxistaleninista, pero con Calvo de coordinadora de lujo y
el dúo Lastra/Abalos, para el trajín diario. Y ya, hasta la pobre Susana Díaz
que llora su desgracia y soledad por las esquinas de Triana, ha llegado a la
conclusión de que si la organización política, o el partido, no es un fin, ni
un objetivo en sí mismo, sino un instrumento, de nada le sirve su acreditado
peronismo. Con el cambio al sanchismo ganador, lo mismo repite y preside la
cosa otros cuarenta años; ella o sus sucesores que tampoco se puede tener todo.
Y
en eso estamos. Los zarrapastrosos comunistas de la academia Iglesias, nunca
vieron oportunidad más cercana para influir de forma decisiva en los centros
neurálgicos del sistema, orientando la educación; influyendo hasta el amaestramiento
en la opinión pública; dirigiendo la socioeconomía hasta centralizarla o
estableciendo el código de cultura popular extensible por deseable. De manera
que, en unos años - de la ley a la ley - se podría iniciar una nueva
transición. O sea que su interés por entrar en el Gobierno está más que justificado;
incluso a prueba, como ha propuesto en patética súplica. Pues si no entra en el
Gobierno habrá que prepararse para la movilización callejera, el relinche de
los intelectuales orgánicos y el deterioro de las instituciones ante el
acogotamiento del progresismo en acción incontrolada.
Con
la serenidad proporcionada por los años, asomado por vocación a la azotea
nacional y tras cuarenta de peón observador en sofocantes calderas del poder,
contemplo con preocupación como las instituciones políticas están siendo
desbordadas por los excesos de los que deberían ser sus guardianes. Quizá no
solo en España, aunque aquí las salidas de cauce son devastadoras, sino en la
Europa en declive y en la USA de Trump; y en un mundo que asiste atónito al
auge de China y la desmesura rusa. Sin duda asistimos a una recesión
democrática en el reducido mundo que la disfruta; al debilitamiento de sus
guardarraíles, que dice Levitsky en “Como Mueren las Democracias”. Las
sociedades permisivas de occidente parecen querer morir de éxito, o de
aburrimiento. Sus sistemas políticos democráticos, como en España, parecen
haber perdido la tolerancia mutua y los partidos -protagonistas excesivos de la
vida nacional- pasan de rivales a enemigos, olvidando la contención
institucional que les caracterizaba. Y así, desgraciadamente se debilita la
democracia. O simplemente fracasan paises, como nos tienen escrito Acemoglu y
Robinson. Lo he visto y vivido en Andalucia tras casi cuarenta años de régimen
socioperonista atiborrado de corrupción, también social; quizá un socialismo real
que ha colocado tras su paso a una Región hermosa y rica en la ultima de UE y
de España. Y lo que es peor, de casi imposible reproche penal para los
culpables, en una sociedad enferma y débil, que seguro volvería a votar lo
mismo.
Pero
eso es la democracia, ejercicio del voto, funcionamiento de las instituciones y
amor a la libertad. Deseo fervientemente nuevas elecciones para España, por si
el pueblo a través de ellas es capaz de traer paz y prosperidad a una Nación
unida y fuerte, desterrando el totalitarismo y la dictadura del pensamiento único.
El sanchismo, aliado con comunistas, antisistema, independentistas, terroristas
no arrepentidos y sus amparadores, representan la vuelta al pasado y una nueva
tragedia para la Historia de España. La democracia no tiene más base que el
liberalismo y la socialdemocracia, envueltos en la bandera de la libertad.
Ojalá.
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