LA AZOTEA
LA SUERTE ECHADA
16 de Abril 2019
A
dos semanas de las Elecciones Generales, con los medios de comunicación a tope
de información sesgada y desorientadora, esencialmente la televisión de casi
todas las cadenas, resulta predicación arriesgada en el desierto – salvo
contados oasis de cultura de la libertad- dirigirse a una opinión pública muy
poco educada en democracia y mayormente pendiente de metas personales,
confiadas a un Estado generoso, fiscalizador y necesariamente glotón e
insaciable de bienes y derechos de los ciudadanos.
Por
eso, este opinador, desde la modestia de su Azotea, quisiera no contribuir al
hartazgo que estos días supone la observación de la realidad nacional, tan
analizada por auténticos sabedores de la Historia y del riesgo total al que la
Nación española se somete el próximo 28 de abril. Y quizá ese sería el mensaje
esencial por dejar en una mayoría silenciosa que valora como patrimonio común
irrenunciable el esfuerzo, la sangre, el sudor y las lágrimas de generaciones
anteriores en busca de bienestar colectivo, progreso en libertad y avance en la
racionalidad y la justicia de una convivencia en paz.
Y
la peor historia se repite una y otra vez en este desventurado país que,
siempre invoca el deseo de no volver a vivirla y siempre, en rueda infernal de
su destino, perdura como maldición cansina y revive antes o después. Y
curiosamente, por citar el ciclo desgraciado que ahora la extrema izquierda
remueve con encendida y perversa pasión, una República frustrada, carente de
demócratas – como señala acertadamente Fernández Viagas- y, en consecuencia, de
escrúpulos democráticos, desembocando en una Dictadura larga y alejada de lo
que a partir de 1960 pudo y debió convertirse en Estado de derecho. Y lo que
puede ser el destino, este mismo mes hace ochenta y ocho años del comienzo de
aquélla inútil República y ochenta y seis del triunfo de la derecha en las
parciales municipales de 1933 que desembocaron en el criminal golpe de la
extrema izquierda en 1934, el manipulado triunfo del Frente Popular de 1936,
seguida de la cruel, sangrienta, destructiva y larguísima Guerra Civil. De
manera que ello es parte de la memoria de la Historia que no debería olvidarse y
de la que no se quiere hablar salvo para desenterrar rencores. Es la que pretenden
repetir los que ya se cansaron de vivir en libertad.
Y
cuentan con todos los medios para ello. Un nacionalismo feroz y embrutecido,
alimentado por una educación – desde la escuela a la Universidad - machacona y
repleta de antivalores y repugnante leyenda negra de mercadillo, apoyada en
medios de comunicación bien engrasados con fondos públicos arrebatados a
ciudadanos libres, ahora convertidos en esclavos de un destino miserable. Y ese
panorama perfectamente previsible, salvo para una derecha mas pendiente de la
cuenta de resultados que del destino de la Nación, se ha extendido ya por
territorios predispuestos desde antaño a la espera del desarme y disolución
nacional, para hacer presente su cuadro de exigencia simultánea y criminal.
Y el
éxito no puede ser más evidente. Estas poderosas fuerzas de disolución han
logrado colocar en la Presidencia del Gobierno del Reino de España, de la
España constitucional de 1978, un felón amoral como Sánchez cuya única ideología
es su propia sed de poder, que acabando con la imprescindible socialdemocracia
y encumbrado en la cúspide de un egocentrismo enfermizo, pretende acabar con la
Constitución, la Monarquía constitucional y la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, donde reside la soberanía nacional, del que
emanan los poderes del Estado.
Y lo
dicho no responde a manifestación de un pesimismo más que fundamentado desde
hace años. Ya parece que muchos comentaristas e intelectuales no orgánicos van
reparando en lo que se viene encima y lo que está en juego el próximo día 28.
Porque además, a la alianza anticonstitucional del sanchismo con el
independentismo vasco/navarro/catalán se une el imprescindible comunismo, en
este caso dirigido por un zarrapastroso líder llamado Iglesias o algo así que, creyendo
ser un apolillado caudillo tercermundista surgido de caverna criminal y
centenaria, está siendo devorado por el insaciable sanchismo y, ya ven, hasta
le sirve de gorrilla solícito removiendo las aguas adormiladas de Canarias,
enarbolando la bandera independentista del canalla Cubillo. Todo un panorama.
Y mientras,
intentan distraer al gentío con la llegada del lobo VOX, y si resulta
imprescindible o no, saber el color de su patita bajo la puerta de la
Constitución. Pues menuda estupidez, cuando la Constitución está siendo pasto
de las llamas voraces y nada purificadoras que como la tragedia de Notre Dame,
simbolizan el derrumbe de una etapa gloriosa, europea, cristiana e ilustrada de
paz, razón y libertad. Siempre queda la esperanza naranja. Lo que faltaba. Pues
eso, la suerte está echada.
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