LA AZOTEA
INVOLUCIÓN?
6 de Abril 2019
De
manera que los españoles demócratas o no, habrán tenido oportunidad de conocer
la ejemplar sesión del Parlamento vasco y su debate sobre la violencia policial
contra los abertzales, con motivo de la aprobación de la Ley que prevé el
resarcimiento económico de estos, como víctimas que son del Estado opresor y su
policía política; a partir precisamente de la aprobación de la Constitución. Es
natural, porque España ha continuado durante estos ya largos años, en manos de
la derecha franquista y facistona, llámese Suarez, Calvo Sotelo o Aznar y
pronto González. Lógicamente hasta la llegada del zapasanchismo liberador, que
pronto nos dará a conocer las delicias del socialismo real y progresista. Claro, suponemos que, como todas las leyes de
financiación de las rebeliones catalana y vasca, a cargo del cuponazo o de
cualquiera de los generosos fondos estatales administrados por estos jetas del
posmodernismo antiespañol, antieuropeo y antidemocrático.
Pues
restan poco más de veinte días para comprobar el estado de solidez de la
democracia española, consumidos cuarenta años de bienestar y razonable
funcionamiento de las instituciones, dentro de una sociedad moderna, bien alfabetizada,
alimentada, longeva y aparentemente feliz tras el periodo de paz mas largo de
su historia moderna. Y esta votación no es una más de las celebradas en las XII
Legislaturas transcurridas desde aquéllas ilusionantes elecciones de marzo de
1979; exactamente cuarenta años y ningún parecido, salvo el modo de elección y
su régimen electoral. Y nada más. Aquí, en un mes, nos jugamos el espíritu
constitucional de 1978. El texto debió cambiarse hace tiempo para profundizar
en el modelo federalista que - siguiendo el perfil magistralmente definido por
el profesor Blanco Valdés - venimos defendiendo muchos. Y también, desde luego,
nos jugamos el modelo de sociedad libre, competitiva e igualitaria que tanto
progreso y bienestar ha proporcionado a las naciones más avanzadas del
occidente europeo y americano; el menos malo de los regímenes conocidos y
experimentados, dentro del sistema democrático liberal, parlamentario y
representativo. Y no olvidemos así mismo el riesgo cierto de una nueva caída de
la monarquía, queriendo soslayar que esta sustenta el sistema de las
democracias más importantes, consolidadas, avanzadas y respetadas de occidente.
Y no me digan que el republicanismo significa algo en la Historia moderna de
España porque, quitando lo anecdótico de los 200 días de duración de la I República,
la fracasada II no llegó a 2.700 contados los tres años de sangrienta Guerra
Civil.
De
manera que estamos en cambio de era, de régimen y de modelo. Y además parece
inevitable y de consecuencias imprevisibles. No para mejorar, eso seguro,
porque además va a coincidir con fase de economía desacelerada, seguramente a
las puertas de una nueva recesión, con ausencia de brotes verdes, por mucha
carita buena y cínica de Calviño, en huida acelerada a la cómoda burocracia
europea. Porque ahora ni siquiera Europa es la salvación al problema de España
- recordando a Ortega - ahogando aún más nuestras penas, al asistir impotentes al
desmoronamiento del sueño de los Monet, Adenauer, De Gasperi o Spaak y de
tantas generaciones ilusionadas. Ha vuelto la Europa de las patrias y de los
nacionalismos totalitarios.
¿Y el panorama? Pues
una derecha desconcertada, dividida y esperando el fracaso del bloque contrario,
como si fuese acontecimiento previsto o previsible. En esa derecha ninguno se
fía del otro y, si pueden, intentan diferenciarse del considerado competidor,
con gestos o palabras que nada significan ni sirven al objetivo final. Bueno,
Vox si marca cierto ritmo a pesar de la maldición colectiva que pesa sobre
ellos negándoles lugar en el sistema, aunque provocando cierta desesperación
entre los componentes del frente popular al no encontrar claridad para probar
su cantada posición anticonstitucional que les permita solicitar ilegalización al
apreciar, además, un crecimiento por ahora imparable.
Y
C´s como siempre, sin saber a quién confiar su débil e inconsistente pensamiento,
basculante entre la socialdemocracia y el liberalismo, sin lograr posar su
péndulo ideológico en la seguridad de una posición creíble y respetable. Sienten
cierto deleite escuchando continuos mensajes desde el sanchismo, negándoles el
derecho a escoger, porque saben son su reserva de resultar suficiente para
gobernar, evitando un nuevo pacto con golpistas, comunistas, terroristas no
arrepentidos, secesionistas en la reserva y demás detritus del sistema, que
provocaría ebullición a punto del estallido prerrevolucionario. Ciertamente
desde el liberalismo estaría en la mejor posición para enlazar con una
socialdemocracia moderna, europea y constitucionalista y en consecuencia
respetuosa con el libre mercado y la libertad. Pero en España no existe,
desapareció con González y, en Europa se encuentra desdibujada y apenas sin
aliento. Menudo dilema.
Aquí
fuerte, el zapasanchismo y débil, la Nación; y acongojada, la mayoría
silenciosa, presintiendo la posibilidad cercana de un deslizamiento hacia el
abismo del autoritarismo liberticida y la involución hacia un pasado histórico
más que representado, anticipado, por el espectáculo tercermundista de los
restos de Franco expuestos a la morbosidad canalla del gentío. Mientras, un
enloquecido, engreido, ensoberbecido, traidor y vendepatrias Sánchez o así, de
la mano y en juego peligroso de la gallina ciega, con Torraurkullu y
Bilduiglesias, provocando un ronroneo de malestar que roza el griterio, a la
espera a que después de que “lo dejen pasar” marche; dejando funcionar las Instituciones.
Dicen que el pueblo es sabio y nunca se equivoca. O sí.
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