La AZOTEA
SANCHISMO ARRASADOR
21 de Marzo 2019
Pues
hemos sabido ahora, por si necesitábamos completar nuestra formación
democrática, que la llave del cumplimiento de la legalidad constitucional, la
tienen en sus manos esas figuras denominadas defensor del pueblo autonómico tan extendida como inútil, por
todos los territorios. Pues menos mal
porque de saberlo antes, nos habríamos ahorrado una pasta en tanto tribunal
fantasma. Estos golpistas de la señorita pepis nos dan lección tras lección de
libertad, democracia, imperio de la ley y Estado de derecho. Otra joya republicana
de la corona que comienza a estrujar nuestras sienes, hasta hacernos reventar,
cansados de tanta burla, esperpento, tolerancia traidora y concesionismo tan
gratuito como letal.
Pero
ahí está en silencio cobarde, el sanchismo reinante, gozoso y satisfecho de
haber logrado un diálogo constructivo capaz de reconducir esta manada de
sediciosos por la senda de la Constitución y su ordenamiento jurídico. La
posición del sanchismo y su Gobierno de incondicionales queda ya de manera indubitada
al lado de los inconstitucionalistas, antimonárquicos y antidemocráticos que,
formando un bloque monolítico de autoritarismo letal, están llevando nuevamente
a la Nación al borde del abismo suicida y arrasador. Arrasador de los
principios y valores constitucionales, como del consenso que hizo posible el
más largo y fructífero periodo de paz con bienestar. En consecuencia, arrasador
de la libertad tan duramente conseguida y de la unidad territorial tan
largamente mantenida; del respeto debido al ordenamiento jurídico que evite el
abuso y la impunidad; del principio democrático de separación de poderes y su
neutralidad como poderes públicos; de la Corona como símbolo de la unidad,
permanencia y representación del Estado; de las Fuerzas Armadas, como garantes
de la soberanía e independencia de España; del bienestar económico y social,
tras la recuperación difícilmente conseguida después de un zapaterismo
sedicioso y traidor, antecedente y guía de este maremoto de incompetencia,
desesperanza e inestabilidad en que el sanchismo consiste. Y digo consciente y
reiteradamente sanchismo y no socialismo democrático y constitucionalista, porque
aún existe, y se añora como necesario para borrar la peor catástrofe política y
social ocurrida en España desde 1978.
El sanchismo parece, en tan corto periodo de tiempo, querer
capitanear la descivilización, en un ensayo perfeccionable tras el 28-A. Ha
copado el Estado de presuntos científicos sociales y estadistas de tres al
cuarto que, inventan nuevas necesidades culturales o sociales perentoriamente necesitadas
de protección, aunque sea degradando la economía y la moral social. Él parece pertenecer
a esa izquierda que ya perdió su gran utopía y, desde la caída del muro de
Berlín, hasta la esperanza en la dictadura del proletariado. Ahora, cuando la
Iglesia se asemeja de forma progresiva a una gran ONG, esta izquierda pretende
su sustitución enarbolando la bandera de la moral, de la moral social, como
forma de vida colectiva que decía L.Aranguren, sometida a condicionamientos
económicos, sociales y políticos que van desde el ecologismo al animalismo,
desde el feminismo a la adoración y protección del mundo LGTB o el posmoderno
nacionalismo. Es una nueva fe, de apostolado mesiánico que, abandona el mundo
de las ideas, para sumergirse en el de las ocurrencias especulativas. Por eso,
con la ayuda inestimable de los comunistas de Podemos, se infiltra en el mundo
de la cultura a través del Estado subvencionador; en la escuela, utilizando
potitos intelectualoides como la educación para la ciudadanía o mamarrachadas
similares; en la Universidad, rebajando el listón intelectual del profesorado,
al que intenta convertir en agente de la agipprop; o los medios de comunicación
y su férreo control, al servicio incondicional de la causa. Es mezcla casi
perfecta de leninismo, versión Gramsci, que llega hasta el concepto propiamente
dicho de hegemonía. La democracia está siendo sustituida por la demagogia,
utilizando como fórmula de seducción el moderno populismo que invade las calles
y conlleva corrupción, burocracia y destrucción a medio plazo de las ya mermadas
clases medias.
Pero ya digo, la otra cara de la libertad tan deseada
como vulnerable y delicada, es la responsabilidad, que en si no es un bien sino
un valor, presupuesto de vida civilizada y de la mejor moral social en la convivencia
de cada día. Y quizá resulte urgente cambiar el eslogan de que no es la derecha
quien gana, sino la izquierda que pierde. Porque tras el 28-A interesa volver
al espíritu de la transición porque si se cumple el pronóstico de un triunfo
sanchista, nuevamente aliado del independentismo etarra y el otro, y del
comunismo bolivariano y zarrapastroso de Podemos, no quedará de la Constitución
de 1978 ni su espíritu, con riesgo real de hundimiento del Estado de bienestar y
consiguiente involución política.
Y las señales de alerta máxima las divisamos a un palmo
de nuestros sentimientos. La continua y peligrosa indefinición de C´s siempre
dispuesto como bastón del socialismo, sin que parezca advertir los riesgos
letales del sanchismo. Vox, que aún dentro de la Constitución aparece con
opiniones fuera del sentido común, necesario para aglutinar mayorías
silenciosas. Y el riesgo cada vez más tangible del secesionismo, como si desde
Bodino hasta Hobbes, la soberanía no resultara indivisible. Y la economía
dispuesta a presentar su cara más negra en una crisis continental de
consecuencias imprevisibles. Y Europa, amenazada también por el Brexit, vive
una catástrofe demográfica y en consecuencia le llegará la económica, si no la
vive ya, seguida de la social y política, deviniendo en espacio territorial desmoralizado
y amoralizado, pacifista, indefenso, en decadencia moral, política y cultural, abandonada
de USA solo sobreviviría con apoyo de Rusia, ya ven. Pues una nueva oportunidad
al sanchismo arrasador es tanto como pulverizar la esperanza de una Nación constitucional
y democrática de derecho, dando entrada a la España de ya negra, reiterada y
triste historia. Pues en todo ello estamos.
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