Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 7 de octubre de 2018

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


La Opinión de Javier Pipó

AL INICIO DEL OTOÑO
7 de Octubre 2018


Hace solo cuatro años, el comunista populista y antisistema Iglesias, decía allá en Bolivia que, en política no se gana por tener mejor discurso, ni más votos, sino poder; por tener poder. Cuatro años después ya tiene todo el poder, sin necesidad de votos, y hace gala continua de como en efecto, la pasión de dominar es la más temible de las enfermedades del espíritu. Ciertamente el progresismo – pocas veces logró no pasar de broma macabra- lleva profundizando demasiados años entre la pura semántica y la verdad. Pero no la verdad ontológica sino la lógica, de adecuación entre lo que dice y la realidad que refiere. Pero ya sabemos, por cultura general, como en las democracias populares, modelo propugnado por Iglesias, el pueblo ostenta el poder, pero obedeciendo.
Para lograr tan progresista conquista, en este país de tuertos, donde el ciego es revolucionario ya digo, no se necesitan votos o solo los suficientes; ni tampoco representatividad parlamentaria, basta aliarse con quien desprecia la Nación; ni división de poderes, ¿para qué?; ni imperio de la ley como expresión de la voluntad general. Pero sí indispensable la continua movilización popular en la calle y, desde luego, la ideologización de la educación y la cultura, desde la escuela a la universidad, desde los intelectuales orgánicos a los tontos útiles de recambio. Y los medios de comunicación indispensables, empezando por la tv y radios estatales, pero dominando también los privados puestos al servicio de la causa, esperanzados en recoger beneficios de cualquier naturaleza.
De manera que constituida la nomenklatura e instalada su élite en la grandiosa dacha de Galapagar – VPO a cargo de la Guardia Civil- solo queda gobernar a distancia de Moncloa, desgastando a su inquilino mediante el chantaje, la amenaza y la mentira. Ya sabemos, pero ellos anticipan, que los gobiernos populistas gobiernan dando la cara al pueblo y la espalda a la verdad y no digamos a la sabiduría ilustrada. Por eso explicitan públicamente que nunca tuvieron más poder e influencia en la gobernación de la Nación. Y los mensajes al pobre doctor Sáchez y su descuajaringado Gobierno, no cesan. Lo mismo le sirven criterios sobre el déficit y la deuda - al fin Europa no pasa de ser una confluencia de intereses multinacionales amenazada por el fascismo- que le arreglan de un plumazo populista la quiebra de la Seguridad Social. O le exigen al modo talibán, el volado de la Cruz del Valle de los Caidos y dónde no debe de nuevo ser enterrado Franco.
Pero tampoco la oposición democrática se libera de tan peligroso fardo. Es objeto continuo de adjetivos descalificadores, tachando de extrema derecha fascista a VOX, PP y C´s, ya ven. Les interesa laminar cualquier atisbo de pluralidad aun a sabiendas de que justamente la extrema derecha prácticamente desapareció hace años del panorama nacional en perjuicio del liberalismo conservador y democrático. Y les saca de quicio que los restos de auténtico fascismo falangista les digan descaradamente que solo pactarían con Podemos. Claro, son hijos del mismo tronco y aspiran al mismo Estado totalitario donde la libertad está tan tasada como la justicia y la igualdad. De manera que hay consecuencias de un Parlamento desequilibrado donde solo gallea la izquierda totalitaria comunista – ahora cogobernando- y carece del extremo opuesto de idéntico cariz que actúe de contrapeso y permita al resto de fuerzas ejercer la representación democrática con autenticidad.  
Y mientras, el tan apuesto como inútil Presidente, hecho un verdadero lío ante el espectáculo de su increíble doctorado y la desvergüenza de sus ministros con la Hacienda “de todos y todas”, prácticamente desaparecido, cuando no desconcertado, tomando una y otra vez el avión oficial, lo mismo para ver un partido que para consolar a la familia de Allende o Saramago. Un prodigio de estadista. Y el lío no lo tiene solo con sus ministros o con los socios totalitarios de Podemos, sino también con los traidores golpistas de Cataluña. Como si el diálogo fuese posible una vez consumado el golpe de Estado. Como si cada semana que pasa no hiciera la situación más irreversible, el desprestigio internacional más denso y el declive económico más evidente. Pues le falta nombrar a Zapatero como mediador y así completar el circulo de traición y deshonor, comenzado con la reforma del delito de rebelión en el Código Penal de 1995 y que seguramente terminará modificando el texto Constitucional hasta hacerlo irreconocible, aprovechando la mayoría mostrenca del Congreso y la facilidad relativa de su artículo 166 y siguientes. En las redes sociales los rumores no tan disparatados abundan, agobian y preocupan a la mayoría silenciosa. Pero pocos dudan que, si Pujol y familia aún no han sido siquiera molestados, difícilmente el peso de la justicia podrá caer sobre unos golpistas alojados a cuerpo de rey y a cargo del Estado, en cárcel sin carceleros y pendientes de su indulto, en el supuesto poco probable de condena. Y el otoño no hizo más que empezar.     
  
    

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