Este artículo será publicado por el diario “Ultima Hora”
de Mallorca, el próximo sábado día 16 de Diciembre
INELEGIBLES
Julián Delgado. Escritor
Las fuerzas
separatistas están sacando a relucir lo mejor de su repertorio en esta campaña
electoral. Desde llamar mala puta a
Arrimadas hasta la referencia a la distensión de esfínteres de Iceta, pasando
por tildar a Rajoy de fascista, a la democracia española de franquista y a la
Justicia de genuflexa ante el poder.
Y eso, pese a que el
sistema democrático español es el más garantista de Europa y la Justicia
vendida al poder es la que mete en prisión acusados de corrupción a unas
docenas de responsables del partido del Gobierno y, por si fuera poco, sienta
en el banquillo al mismo Partido.
Las apariciones de
Puigdemont en el plasma recuerdan por su desequilibrio emocional, la
irracionalidad de su discurso, su histrionismo y su obsesión con un perverso
enemigo a algunos políticos del franquismo cuando, llenos de fervor patriótico, descalificaban la democracia y
echaban la culpa de todos los males al comunismo y la masonería.
Por otra parte, desde
los tres partidos separatistas se anuncia sin rebozo que si ganan las
elecciones, van a recuperar la casilla de salida para volver a dar un golpe de
estado. Dice el ex president que no le valen cambios en el Estatut ni en la Constitución.
La pregunta que debemos
hacernos es si responde al sentido común y al derecho comparado que se puedan
presentar como candidatos estos
políticos imputados, presos o huidos de la justicia, acusados de
golpistas y malversadores, y de conculcar leyes y derechos, situando a Cataluña
en un trance dramático y a todo el país en estado de emergencia; que insultan a
España y a su gobierno, mientras continúan urdiendo planes secesionistas.
Es un insulto a la
razón que se amparen en la presunción de inocencia los acusados por rebelión,
para poderse presentar a las elecciones, cuando son ellos mismos los que nos
dicen a las claras que van a repetir su propósito. Es decir, los partidos
aceptan que un cargo público imputado por corrupción debe dimitir, pero uno
imputado por el delito de rebelión, entre otros, no, hay que esperar a que se
les condene dentro de cuatro o cinco años.
¿Hasta cuando soportaremos la ignominia de ver a estos
presuntos delincuentes jurar la Constitución como norma fundamental del Estado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario