La Azotea
REVISIONISMO
18 de
Junio 2017
Creo que sí. Más de uno pensamos que comienza la etapa del
revisionismo en casi todo, y desde luego en la vida política. Quizá sea esta su
primera dimensión. ¿Y qué puede y debe ser revisado en la vida política
española? Pues una vez concluida la del franquismo – a falta de retoques con la
infame ley de memoria histórica, ya saben será reprochable penalmente cualquier
alusión positiva a la etapa, no digamos enjuiciamiento laudatorio aunque sea
parcial- pues toca revisar los años en que la derecha gobernó España. Bueno,
mejor dicho, toda la etapa de la derecha, más la de la izquierda no conforme a
la nueva filosofía política a punto de implantación. De manera que el
revisionismo histórico no concluye y el del marxismo tampoco, llámese Bernstein
con éste o Kruschev, respecto a Stalin y Beria a partir del congreso del PCUS
de 1956. Porque el socialismo no para en su continuo y azaroso camino de
penetración social para intentar cambiar la estructura social burguesa, de
forma pacífica, gradual y democrática, a lo Bad Godesberg/Suresnes, o al mejor
estilo cafre del revolucionarismo largocaballerista aún no concluido, aunque
modernamente adornado con tintes intelectualoides o pretendidamente culturales
para el cambio de principios y valores que permeabilicen el sistema. Es decir,
tal como aconseja la corriente gransciana revivida, que tanto fascina al
comunista Iglesias: sociedad política más sociedad civil, es igual a hegemonía.
Pero ya digo, en eso estamos y lo que es peor, se está consiguiendo la
hegemonía en todos los planos, si no se ha conseguido ya, haciendo realidad la
profecía del mejor Guerra cuando anunciaba que tras el paso del socialismo “a
España no la reconocerá ni la madre que la parió”. Claro, él no podía imaginar
que ni siquiera fuera posible reconocer con certeza a la propia madre.
Pues eso, cuando creíamos consolidado un socialismo no tanto
domesticado como amante de la libertad y el progreso; defensor del mercado,
como creador de riqueza y mayor igualdad; de un sistema de representación
parlamentaria, con estricta separación de poderes y supremacía de la ley,
aparece Zapatero degenerado en Sánchez, a punto de ser devorado por el
revisionismo marxista- leninista. Por un revisionista estaliniano hasta la
náusea, de formas desarrapadas de caudillismo bolivariano de chándal casposo y
con pretensiones; el revisionismo encabezado por el interino Pablo Iglesias. Y
esto es lo que hay y lo que habrá, con o sin el ilustre profesor.
Ahí tienen el proceso de primarias socialistas finalizado con
el triunfo arrollador de Sancheiglesias y la derrota con consecuencias de
Susana. Y no digamos el Congreso furibundo del vitoreado Presidente que seguro
abochornará a los socialdemócratas fundadores del nuevo PSOE de Suresnes. Si
ser optimista sin fundamento favorece el oportunismo, aquí no cabía más que el
pesimismo más rotundo: si la elección estaba entre lo malo y lo peor, sin duda
saldría lo peor, es decir, saldría el sanchismo enterrador del experimento socialdemócrata
de González y su breve camino hacia la modernidad de socialismo democrático,
europeo y de futuro.
A mí no me cabe duda de que el revisionismo de
Sancheiglesias, triunfando en el atropellado e inútil proceso de Primarias y
ahora en el Congreso, no tiene más que un claro ganador: Pablo Iglesias. Y no
por lo que es, el insignificante, soberbio, populista de nausea, machista e
ignorante interino de la Complutense, sino por lo que representa la ideología
que defiende. Él como dirigente de un partido fuertemente jerarquizado,
estaliniano, guiado por una vanguardia de iluminados, puede ser depurado en
cualquier momento, incluso por las artes de Irene Nadia
Krúpskaya Montero, mucho más desenvuelta, hiriente, demagoga y gesticulante,
heredera directa de la mejor tradición “pasionaria” del revolucionarismo
español. Pero el pobre Sánchez no lo sabe o no quiere saberlo y le tiene
preparadas las líneas rosas por donde discurrirá el acercamiento, hasta
convertirse en otra muleta como la de Alberto Garzón.
El nuevo Secretario general del PSOE ha sido proclamado hoy
peligro crecientemente inminente para el sistema establecido por la vigente
aunque renqueante Constitución de 1978; moribunda a los escasos cuarenta años,
entre lamentos de la mayoría silenciosa y la indiferencia de una sociedad
atiborrada de resentimiento que sin apenas reaccionar llorará su desgracia por
el próximo rincón de la historia. El estúpido invento sanchista de la
“plurinacionalidad” es peligrosa mamarrachada. Y no resulta indiferente la
revisión traidora que ha realizado de la muy sensata “Declaración del Consejo
Territorial” emitida en Granada hace
cuatro años por el Partido en el que ahora manda y veremos cuánto. La
Declaración pretende según su propia expresión “un Estado de las Autonomías del
siglo XXI” para nada un socialismo del siglo XXI de construcción chavista que
tiene fascinado a su amigo y pronto líder, Pablo Iglesias. Y aunque proclama
que el Estado autonómico contiene desde su origen una evidente vocación federal
– eso lo dice también el Prof.Blanco Valdés- no va más allá que tratar de
incorporar a la CE los hechos diferenciales o el mapa autonómico o sustituir el
Senado por una Cámara de representación territorial o delimitar las
competencias y su distribución entre el Estado y las Autonomías y desde luego
un nuevo sistema de financiación que acabe con el camelo del FLA y el flo de
Montoro.
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