La Azotea
COMIENZA EL ESPECTÁCULO
7 de Noviembre 2016
Trece, sí trece, son los nuevos Ministros del Gobierno Rajoy,
aunque algunos para decir verdad, ni nuevos ni inocentes. Sin duda sería un
buen Gobierno para una buena Legislatura, salvo algún parche que visto no sirve
para un roto se le encomienda un descosido; al final no serán tantas las
ocasiones ni de lo uno ni para lo otro. Y el debate sobre continuismo o
marianismo o vaciedades similares, un ejercicio de suprema estulticia.
Pero necesito aludir una vez más, a los cuatro años que
hubiera podido protagonizar, por ejemplo, una alianza electoral de PP y C´s para
la obtención de mayoría absoluta. Ya conozco lo mal visto entre el gentío que
está hablar de mayorías absolutas; como de bipartidismo. Es igual, sabemos que
la deriva de las naciones empieza por la del pensamiento y luego por las ideas
a rechazar, que van quedando como perlas engarzadas en la actualidad de la
opinión publicada y de los propios protagonistas; en este caso y para nuestra desgracia,
por temor a quedar fuera del reparto. En consecuencia, descaradamente extienden
el débil razonamiento de la perversidad de los sistemas bipartidistas o de la
necesidad de unirse para ganar. Y el éxito está asegurado, aunque apenas
necesite ser explicado sino solo aplicado. Pero conste que coalición electoral
ni siquiera obliga a gobierno de coalición; sí hubiera permitido intentar
cuatro años de regeneracionismo del sistema.
Y no parece discutible la urgencia máxima de una regeneración
sistémica, “hoy se alza una Nación
pujante frente a un Estado caduco y corrompido” como lamentaba Azorin. Tanto
como aplacar y corregir el perverso y reaccionario nacionalismo independentista
porque lo uno va con lo otro. Y ese
regeneracionismo que predico - acabando con los usureros de la política- debe empezar
por el interior de los partidos constitucionalistas, por ejemplo los populares,
obligados a revisar por patriotismo y supervivencia, desde dentro hacia fuera,
las ansias de enriquecimiento fácil de tantos de sus trincones dirigentes y los
sucios aledaños. Y qué decir de los socialistas democráticos que superado –
cuando superen si lo superan – el berrinche de los ZPSanchez, deben no solo
reubicarse ideológicamente sino iniciar un saneamiento de sus parámetros de
gobierno, haciendo imposible bochornosos espectáculos como el andaluz, donde ya
parece comienza el enjuiciamiento de lo más florido de su cleptocracia,
empezando nada menos que con dos Presidentes del PSOE propiamente dicho, a la
vez Presidentes de la Comunidad y representantes del Estado. Y también de C´s
para que al fin deje de predicar sin haber gobernado y sin conocer su propia estructura
ideológica. Y para qué hablar de los nacionalismos otrora llamados moderados y
ahora sin nombre, cuando el padrino Pujol y su famiglia numerosa siguen sueltos y sus botines a salvo; quien se
hubiera atrevido a predecir que el siglo XXI traería una Renaixença tan podrida
y tan repleta de incultos cantamañanas.
De manera que comienza a circular el nuevo Gobierno en
minoría absoluta parlamentaria, dependiente de unos C´s sin duda constitucionalistas pero
mayormente preocupados por resaltar las diferencias con los populares, aunque
desconozcan en qué consisten sus esencias ideológicas y sus planteamientos de gobierno
fuera de las ciento cincuenta medidas, en su mayor parte de manual y que en sí
mismas o en su literalidad resultarán impracticables o irreconocibles con el
original, una vez operativas. De manera que puro gas y obstáculo continuo para
la gobernación, salvo en algunas decisiones económicas y de mantenimiento de la
unidad nacional, que no sería poco. En cuanto a los socialistas pura incógnita,
porque Zapasanchez yermo y errante, aún no desapareció de escena y son muchos y
poderosos sus partidarios integrados en bases radicalizadas, es decir,
podemizadas o por mejor decir partidarias de un cambio total de régimen
constitucional. El partido socialista necesita un nuevo Suresnes, aunque
carezca de un Felipe González capaz de imprimir nuevas definiciones para otros
horizontes. Ahora resulta que hasta la aparición de un líder/estadista con más
cabeza que ambición, Susanaperón puede resultar una solución; quizá provisional, porque resulta impensable e indeseable y quizá insensato, pretender pudiera superar la
interinidad.
Y los Presupuesto Generales de 2017 hay que aprobarlos,
cuando la Seguridad Social ha descubierto su insuficiencia de medios propios
para hacer frente a las pensiones; las Comunidades Autónomas carecen de
recursos para hacer frente al disparate del gasto irreversible en que entraron;
la Justicia hay que despolitizarla y obligarla a ser eficiente como cualquier
otro poder del Estado; la educación está en el estanque a la espera de conocer
su modelo; la Constitución y parte del bloque constitucional necesita
reparaciones urgentes; las Instituciones europeas exigirán cumplir los
compromisos, a pesar del declive. Y el resto del mundo pendiente a estas horas
de Clinton o Trump.
Comienza el espectáculo en el Congreso de los Diputados. No
durará mucho porque los actores son en su mayor parte más aficionados a lo
circense que al orden estatal establecido. Y en Europa, una nube espesa y amenazadora
de fascicomunismo populista se cierne sobre una sociedad bienpensante y
opulenta que mayoritariamente dormita un sueño utópico, si no imposible.
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