LA AZOTEA
MAÑANA, EUROPA
MAÑANA, EUROPA
24 de
Mayo 2014
A
pocas horas de la cita con las urnas europeas y antes de conocer el resultado,
quizá interesaría hacer alguna reflexión, en esta hora esencial para la Nación
española. Desde luego la campaña no ha podido ser más significativa. Los
problemas europeos brillaron por su ausencia para centrarse en los pretendidos de
España. Seguramente ello no sería tiempo perdido, siempre que se hubiese puesto
de manifiesto ante la opinión pública que nuestras dificultades se insertan en
las del espacio supranacional y de soberanía compartida al que se pertenece y
en consecuencia, nuestros problemas son también de nuestros socios. Pero no ha
sido así, porque la pretensión está tan lejana como dotada de puro deseo
utópico.
El
socialismo radical y rancio instalado en las instituciones, incluidas las
económicas, más ensoberbecido que nunca, ha marcado el ritmo y fijado el
temario. Parece haber encontrado el momento de españolear Europa, pero desde su
doctrina de socialismo cavernícola, de arqueología; de trinchera y movilización;
de mensajes cortos, rectilíneos y vacíos. Pretende, a partir de estas
elecciones, conectar con movimientos similares para liderar una nueva Europa,
borrando de sus instituciones cuanto huela a liberalismo de base cristiana. Y
les estorba también la socialdemocracia luterana o calvinista; austera y rigurosa,
que hizo avanzar el pensamiento y la reflexión junto al liberalismo, proporcionando
a Europa decenios de progreso y libertad. Ahora añoran el socialismo anterior a
Bad Godesberg, el marxista del internacionalismo proletario. Fíjense en el
desnortamiento que sufren, aunque ganen. Porque para nuestros socialistas, Europa
merece la pena si sabe administrar lo considerado gran cuestión de nuestro
tiempo: el feminismo. Adornado eso sí, con las suficientes referencias de
agiprop al igualitarismo. No existe otro programa ni otro horizonte.
Ellos,
de egoísmos infinitos, agentes de corrupción desoladora, vienen a predicar
igualitarismo en territorio de igualdad acelerada, visible no solo en el
ordenamiento jurídico, sino en el comportamiento colectivo que modifica
conductas con el simple paso de una generación, acrecentada en la siguiente.
Ellos que, confundidos por la historia y en la sociedad de la abundancia, no
saben sustituir el obrerismo mas que con el hedonismo y desconocen o quieren
ignorar que la igualdad no es simplemente igualdad, sino igualdad en la
libertad, que decía Tocqueville. Pero ni siquiera les interesa una igualdad de
todos en las oportunidades de desarrollo personal y de igualdad ante la ley,
solo pretenden igualdad mediante la ley. Siempre resultará oportuno recordar a
Montesquieu, cuando advertía los extremos de los que preservar la democracia.
De la desigualdad que conduzca a la aristocracia y del espíritu de igualdad
extremo que conduce al despotismo.
Y
ya me dirán la llamativa campaña hosca y desmesurada a favor del feminismo
militante, como factor ideológico en la lucha de clases y en el enfrentamiento
social. Hacen punta de lanza de un tema importante pero en modo alguno
prioritario, precisamente en el oasis mundial del respeto a la igualdad de
sexos y oportunidades, por el mero hecho de ser ciudadanos, mujeres o no.
Parece de una simpleza espectacular, aunque ciertamente esta sobreactuación tiene
perfiles electorales claros, tratando de ganar un porcentaje nada desdeñable
del electorado, con típicos mensajes simplistas, casi infantiles y demagógicos
que nada aportan a la lucha por la dignidad humana y mucho al pensamiento
débil. Si los socialistas hacen vértice de su política el feminismo, facilitan
el olvido del caos en que dejaron el Estado, el despilfarro de sus
instituciones, la corrupción generalizada, la desesperación de la juventud, el
drama de los parados sin perspectiva. No pueden pretender resultar ajenos a las
horas dramáticas de la Nación, que se debate en su propia permanencia como tal.
Además,
se debe reclamar y exigir en las instituciones europeas una política
contundente y nada comprensiva hacia la violencia contra las mujeres, pero
contra las mujeres musulmanas, cuyo clamor indigno en su existencia nos salpica
a diario y la complicidad por el silencia comienza a ser clamoroso. Porque en Europa
hay millones de mujeres musulmanas que malviven en barrios aislados de las
grandes urbes, sin que quieran integrarse y jamás se integrarán, sometidas,
esclavizadas por el hombre, solo obedientes al imán de su comunidad y a la
sharía. No atenderán más código de conducta que la ley islámica y aceptarán
como merecidos cuantos castigos físicos o morales puedan recibir de quien las
somete hasta la humillación. ¿No son mujeres europeas que consumen mucha
sanidad, alguna educación y a veces pagan impuestos? No interesan en su
existencia miserable porque pueden ser aliadas en la lucha contra el liberalismo
y los códigos de conducta de origen cristiano en que se fundamenta y asienta
nuestra cultura y nuestra civilización. ¿O no se atreven?
Sin
embargo, ante el envejecimiento progresivo de Europa ¿acaso no interesan a los
socialistas los problemas de marginación de los mayores? ¿Conocen sus enormes
dificultades de integración familiar? O como se propaga el aprovechamiento y
saqueo de sus rentas para complementar las carencias de un Estado del bienestar
que se cae a pedazos. ¿Les interesan acaso los maltratos en el seno familiar de
tantos viejos, impotentes y desamparados ante las exigencias de un entorno agresivo,
egoísta y deshumanizado que les humilla y amarga los últimos años de su
existencia? ¿Interesa a estos socialistas antiguos y reaccionarios los
problemas acuciantes de tantos miles de niños desamparados que viven sus
primeros años, endurecidos y maltratados por una cruel sociedad que los
considera objetos molestos para su vivir su libertad o dar suelta a sus
resentimientos?
Lo
que solo pretende ser reflexión se convertiría en ensayo si junto a los
citados, se añaden los problemas que viviremos pronto como el resurgir de un
nacionalismo fragmentador que hará una Europa más débil y complicada en su
gobernación. O los no resueltos de naturaleza económica que harán de la zona
una potencia muy disminuida por su insostenible política social y su falta de
competitividad ante la pujanza de economías emergentes. Y la falta de una
política exterior única y de una política de defensa común. Aún desconocemos si
la Europa a la que pertenecemos es la de las patrias, de los territorios o de
las naciones. Por ahora, de los financieros y si acaso, de las instituciones.
Para los socialistas españoles, la Europa de las mujeres, ya ven.
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