Artículo que será publicado el próximo
sábado en el Diario ULTIMA HORA de Palma
UN GOBIERNO TÓXICO
Julián
Delgado. Escritor
Al llegar al poder en febrero del 36, el Frente Popular permaneció impasible ante la quema
de iglesias, pasatiempo al que se dieron las férvidas multitudes. Azaña dijo
entonces: Todos los conventos e iglesias no valen la vida de un republicano, y abrió la puerta al horror. Tras el anuncio de un
Gobierno formado por socialistas y comunistas sustentado por separatistas, de
momento no se ha cumplido la amenaza de arderéis
como en el 36, pero los
soliviantados separatistas catalanes se dedican a cerrar la frontera con
Francia secuestrando a miles de ciudadanos, causando graves trastornos y
ocasionando fuertes pérdidas económicas. Y se da la misma pasividad que
entonces del Gobierno progresista. La frase la puso Torra, el patrocinador de
los CDR, su espónsor ideológico: algo
así como cuidado con cargar sobre los
manifestantes. Y dejaron abierta la puerta del caos.
Y todo esto con un presidente que tiene una
deplorable relación con la verdad, drogadicto del poder, de poco respeto a los
valores democráticos, políticamente amoral, ausente de escrúpulos y de los
valores que cabría exigir a quien pretende dirigir el país. Y que a su vera
tendrá a un vicepresidente que, por fin,
ha asaltado el cielo, nihilista, narcisista, que llegó a la política exigiendo
la derogación de la Constitución y el final de la monarquía, que defiende el
derecho a la autodeterminación, ensalza la desobediencia colectiva, se hermana
con los proetarras y cuya salsa es la acción callejera. Nada bueno podemos
esperar.
El tiempo que nos aguarda es de restricción de
libertades, de definición progresista de lo que es democrático o no lo es, de
control de la moral, de las creencias, de las conductas; todo para la creación
de un nuevo orden que se pretende justo. Una religión laica, con un Estado que
todo lo controle, en la que el ciudadano y sus iniciativas no cuenten. Las
consecuencias serán el empobrecimiento económico, el debilitamiento de la
unidad del Estado y el sometimiento al separatismo. Pero, sobre todo, viviremos
la exaltación del cainismo, la fractura emocional y la estigmatización de los
que no acepten sus principios. Un Gobierno tóxico para el 95% de españoles,
que agrietará el sistema democrático.
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