Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 9 de abril de 2015

LA AZOTEA de Javier Pipó. Diario "Córdoba"

ESTE ES EL ÚLTIMO ARTÍCULO PUBLICADO POR DIARIO "CÓRDOBA" EN MI COLUMNA LA AZOTEA.
ESTE HACE EL NÚMERO 102 DE LOS PUBLICADOS DESDE ENERO DE 2012, ES DECIR, CASI DOS AÑOS Y MEDIO, EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978 Y DE UN SISTEMA LIBERAL, PARLAMENTARIO, REPRESENTATIVO Y DEMOCRÁTICO.
ES LA DEFENSA DE LA LIBERTAD EN ESTE CRUCIAL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XXI EN QUE ESPAÑA SE JUEGA, INCLUSO SU PERMANENCIA COMO NACIÓN.
SEGURO QUE UNA NUEVA GENERACIÓN SABRÁ ENTENDER QUE LA LIBERTAD NO ES DURADERA, NI CONQUISTA PERMANENTE SI NO SE LE DEFIENDE, CON LA PALABRA, CON LOS HECHOS Y CON LA ÉTICA DEL COMPORTAMIENTO DE QUIENES SIGUEN CREYENDO QUE LA CONVIVENCIA EN LIBERTAD ES SUPERIOR COMO MODELO DE PROGRESO Y BIENESTAR, AL COLECTIVISMO O AL DIRIGISMO SOCIALIZANTE.
BUENA SUERTE

LA REGENERACIÓN POSIBLE
 
Ya me dirán, pero me importa una higa el partido popular y el socialista o el socialista y el popular que tanto da. En eso me caben pocas dudas, aunque muchos puedan no dar crédito a la afirmación. Aún a riesgo de ser considerado políticamente incorrecto, pero es punto inicial irrenunciable y esencial en momento como este, al menos para mí.

Y es que defiendo machacona e incesantemente como el sistema es lo importante. El modelo de sociedad, el conjunto de valores y principios heredados y transmitidos por generaciones protagonistas de una civilización basada en el humanismo cristiano, siempre motor de progreso. Son códigos sociales de conducta, ética del comportamiento y respeto a formas e instituciones sociales, porque todo ello permitió el germen de la libertad y el funcionamiento de la democracia, haciendo de Europa un manantial del pensamiento, el arte, la literatura y la ciencia política universales. Y España nunca dejó de formar parte de ese proyecto europeo progresivo, siempre en evolución, siempre inacabado porque siempre fue Europa misma, aunque haya padecido lagunas aparentemente insalvables, como también ocurrió más allá de los Pirineos.

Ya se como en pleno siglo XX también Europa ha sido capaz de generar la fuerza arrolladora del mal entendido estado hegeliano, un Leviatán diabólico de dos cabezas gemelas, el comunismo y el nazifascismo, destructivos no sólo de la dignidad humana sino del progreso y el bienestar. Ambos incompatibles con la libertad, tras arrasar sin piedad con sangre y padecimiento la vida de millones de seres humanos. Ambos agraciadamente borrados en sus formatos originales de estado, aunque el comunismo perdure en sociedades abocadas a la miseria, tras padecer duras dictaduras o inflexibles autoritarismos, a veces adquiridos tras elecciones presuntamente democráticas. Pero dejaron como troyanos destructivos y no solo en Occidente, una huella profunda, a veces parece irreversible que de continuo embelesa al gentío, embarcado en la utopía imposible o el resentimiento malintencionado. Unos y otros, perdidos entre la abundancia de sociedades opulentas, aprovechando las posibilidades de una permisividad sin condiciones o sencillamente, no encontrando acomodo cuando la crisis económica sacude hasta los cimientos del sistema.

Creo es el riesgo de vivir en libertad pero no debe constituir, con Fromm, el miedo a la libertad. Se debe continuar luchando por el mantenimiento de una sociedad plural, abierta, respetuosa con la disidencia, aunque vigilante de aquellos que trabajan por barrenarla. De cuantos desde dentro pretenden vaciarla de su contenido esencial para hacer más fácil la sustitución de la estructura que la identifica. Sin concesiones, con la ley democrática en la exigencia de su cumplimiento, con los tribunales de justicia en la represión de su incumplimiento, con el apoyo de la sociedad en su mantenimiento, como valor insuperable de una sociedad desarrollada. Máxime cuando se palpa la angustia de enfrentarse también al peligro externo de una violencia medieval que no tiene más finalidad que su expansión a costa de borrar hasta las señales básicas y esenciales de la cultura y civilización cristianas.

Este parece ser tema de nuestro tiempo en España y quizá en Europa. Aquí desde luego todavía es posible construir un mensaje de regeneración y no de destrucción, de concordia y no de enfrentamiento, de unión y no de división entre los que aún creemos en un sistema de libertad y democracia. Es verdad que el sistema, el heredado y rigurosamente regulado en la Constitución, está cuarteado y putrefacto, pero contiene las esencias permanentes de valores y principios resistentes a las modas de pasarelas ocasionales o a homilías de iluminados capaces de autoinmolarse en la destrucción que pretenden.

España ha comenzado a vivir en Andalucía un año que marcará esta primera parte del siglo XXI y debe seguir mostrando también aquí cómo el modelo es necesario y posible, a pesar de sus enormes vacíos y traiciones al imperio de la ley, sumergida en negra corrupción que la hace vacilar en su fidelidad democrática. Pero no debería resultar imposible que Susana Díaz encabece un gobierno bisagra con fuerzas moderadas y democráticas. Deben hacer el esfuerzo ambas partes, soslayando la ruta diabólica hacia Podemos que le señala el “gran bobo de Estado” y su correveidile pertiguero. Y si Ciudadanos aceptara la colaboración, los populares deben sumarse entusiasmadamente a una tarea titánica de honestidad en las instituciones para  lograr confianza generadora de riqueza y en consecuencia de puestos de trabajo y bienestar.

Andalucía no debe seguir siendo el grano podrido de Europa, ni continuar pendiente de la caridad revestida de solidaridad, recibida de allí o del resto de España. Sobra el rociero amor al pueblo si falta administración honesta y eficiente. Aún es posible la regeneración.

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