Artículo
publicado por el diario ULTIMA HORA el sábado 24 de Julio
La vocación
autoritaria de Sánchez
Julián Delgado. Escritor
Desde que llegó a la Moncloa, una vez arrasado el viejo
PSOE, controlado férreamente el nuevo y constituido un Gobierno sumiso, Sánchez
se propuso hacer lo mismo con España. Para ello puso en marcha un desembarco en
las instituciones públicas y privadas; no dejó ninguna suelta, controló incluso
a empresarios y obispos y liquidó los órganos de control democrático. Aprovechó
la pandemia para controlar el Poder legislativo, declarando el estado de
alarma, y no el de excepción, para gobernar por decreto, reduciendo a la mínima
expresión el control del parlamento.
Respecto al Poder Judicial, la primera medida que tomó fue
colocar a su ministra Delgado como Fiscal General, pero no ha podido asaltarlo
en masa, someterlo como ha hecho con el resto de poderes e instituciones. Por
eso lleva dos años desarrollando una implacable campaña de deslegitimación
global del sistema de justicia. Lo ha considerado una amenaza, una piedra en el
camino, un dique de contención para su proyecto ideológico. Esta campaña tiene
hoy carácter de acoso y derribo, y va desde el Tribunal de Cuentas hasta el TC
a los que desafía, presiona, desacredita, denigra y hasta legisla contra los
jueces para atarlos. Gracias a la UE no ha ido más lejos. Su empeño es poner la
Justicia al servicio de su proyecto autoritario, crear una Justicia a su
medida, en la que toda decisión del Gobierno esté por encima de la ley.
En cuanto al cuarto poder, Sánchez puso una gran interés en
controlarlo; entre sus primeras decisiones estuvo, mediante un decreto urgente,
someter a RTVE. Después de prometer que sería plural y de calidad, lo convirtió
en el ariete para transformar la mentira, que ha presidido su quehacer
político, en una práctica normal y aceptada en la vida pública, un virus
inmoral inoculado en el corazón del sistema. En lugar de tener el contrapeso de
los medios privados, desde el primer día actuó para neutralizarlos, sin el
menor rubor. Amenazas o generosas subvenciones, todo vale para intentar que se
muevan en su férula.
El adanismo de Sánchez le lleva a creer que España necesita
hacerse de nuevo y está en la faena de revisar su idea misma. Por el camino que
lleva desembocaremos en una democracia orgánica de republiquillas.
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