LOS CRUJÍOS
Pues el inane y a veces
impertinente político Tomás Gómez se sentirá miembro del nuevo sindicato de los
“crujíos” fundado por Susana. Es lógico tras el lanzamiento forzoso y sin causa
de las mieles que consideraba gozosas y cercanas en la Presidencia del Madrid
de sus sueños. Y lo expulsa el no menos vano e impenitente, hasta ahora
compañero Pedro Sánchez, iniciador de caza de brujas desigual y seguramente
injusta cuando el móvil no es regenerativo sino conspirativo.
Miren, ese tranvía llamado deseo
de Parla, no pasa de episódico en el panorama espeso de una perversa administración
socialista de la cosa pública, más pendiente de la imagen televisiva que de construir
historia; de asegurar un poder expansivo y alcanzar la sombra generosa que
proporciona. Sin ir más lejos, aquí en Andalucía tenemos carísimos tranvías
como el de Jaén y hondonadas grasientas, a veces siniestras como los ERE’s o
ciénagas como los “cursos de formación” cuya lluvia millonaria habría
proporcionado a Harvard o Cambrige madera para sacar otro montón de Nobeles, en
lo que fuere. Y en 33 años que llevan, ni Sánchez ni ninguno de los varios
gerifaltes pasados tuvieron a bien reprochar conducta alguna, sino más bien
esconder al grito de “tó pal pueblo”. Parece curiosidad, quizá transformada en
tendencia, pero de cuatro Presidentes del partido, tres son andaluces y de
ellos, dos bajo sospecha. Ya me dirán que escuela es esta.
Desde luego me aseguran desde muy
alta instancia que el telonero Sánchez no toma esa decisión, ni seguramente
otra, si no consulta previamente con la princesa del Sur. Y la pobre Susana no
está para trajines con la cosa de su maternidad responsable y ya ven, decretó
rauda y veloz lo que ya resuena como grito de enganche hacia el nuevo regeneracionismo
pasivo del socialismo patrio ¡que lo cruhan!
Pero a mí me parece que aquí hay
tomate y del bueno porque una decisión como la adoptada por el evanescente Sánchez y
su inmediato sacar pecho mitinero, reiterando alguna que otra bobada, no es
casual. Parece un plan, una vía trazada para intentar remover y recuperar a los
muchos descreídos de las propias filas, haciendo frente con dignidad a las
mordidas de Podemos. Y en el empeño, tras el desconcierto por la convocatoria
de elecciones en Andalucía, parece participar un equipo muy sólido, donde el
maestro Bono, pertiguero de todas las intrigas, pone la forma y otros como
Chacón y quizá Felipe González el contenido. Y Gabilondo si acepta, puede no
enterarse de casi nada y en cualquier caso no pasaría de puro decorado de
urgencia.
Hombre, es que ha sido muy duro
el golpe de Susana. Claro que necesita a Sánchez tratando de remendar el
malpaso y también una inmediata encuesta donde aparezca, como aparece,
triunfante a nada menos que seis puntos y pico del PP y un montonazo de
Podemos. Y a no parar de crujir los espinazos de los hasta hace poco ejemplares
gestores de la cosa pública que estaban felices con su trozo de subvención
asignada en el procaz reparto de fondos que estos sí, descaradamente privatizados
sin protestas, ni mareas sindicales a las puertas palaciegas del poder.
Por mucho que reitere mamá Susana
su amor incesante por Andalucía, prefiere para su hijo la anchura espaciosa de
los salones madrileños a los lamentos quejumbrosos de un pueblo dependiente y
más cercano al hermano griego, pertinaz en la exigencia y esperanzado en la
milagrosa utopía. Ahora lo reitero contundentemente. Susana necesita
resultado suficiente para adquirir una catapulta que la impulse al Gobierno de
la Nación, al menos colocarse como aspirante y quizá a la cúspide del
partido. Sabe no tiene más rival que Chacón y es catalana.
Y si el resultado para tan
ambicioso personaje no resultase conforme, los grandes perdedores serían
Andalucía y seguramente España. Aquí pactaría, sin duda con el comunismo
populista de Podemos, para a renglón seguido sumir a la Nación en una noche de
llanto y crujir de dientes. Nosotros seríamos los “crujíos”
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