La Azotea
¿QUÉ ESPERAMOS?
Pues ya ven, con esta son once
las Legislaturas a contar desde que entró en vigor la Constitución. Hasta ahora
cada una de ellas, cumplió casi con exactitud el tiempo previsto de cuatro
años. Pero nadie, en modo alguno, puede asegurar continuidad en la serie, ni
revestido del más exquisito optimismo. Aquí, cualquier suposición resulta
temeraria, atrevida. Y ese es el drama, el desasosiego, porque hasta el momento
cada periodo legislativo iba acrecentando un grado más de consolidación
democrática y de progreso en forma de bienestar. Hasta que la corrupción taponó
el sistema, provocando el saqueo de lo público con el triunfo de los golfos, la
paralización de las instituciones tolerando la descarada impunidad, la huida de
los mejores, el temor de los decentes y la desesperanza en la mayoría.
Y muy pocas voces se alzaron por
una regeneración radical, total, exigiendo no hacer más leyes que luego no se
querrá, ni podrá exigir su cumplimiento, sino reforzando los poderes del Estado
y haciéndolo depositario de una fuerza democrática justa pero temible. Porque
si bien la corrupción habita en el ser humano, solo la educación en valores y
principios y el temor a la ley podrá embridar. Pero ya vemos, gozamos de una
justicia politizada, burocratizada, injusta por su barroquismo tan garantista
como inútil y de la conquista de un Estado débil, casi agónico y exhausto.
Y claro, de un lado, la izquierda
extrema, la comunista y la otra, comienza el ensayo de fórmulas de asalto más o
menos descaradas. Primero leninismo puro y duro hasta helar el corazón. Luego
con ropajes conocidos de socialdemocracia hasta desdibujarla en su confusión de
papeles y tentaciones para mejor deglutir, como a los marxistas posibilistas de
IU. Y de otra, los sediciosos catalanes a punto de la rebelión, con apoyo y
comprensión de la izquierda total, la otra y la demás allá. Y en eso estamos. Y
como el buenismo ideológico del zapaterismo no era más que la expresión
refinada y perversa del nihilismo disolvente, abrasador y paganizante,
instalado en la sociedad española y europea, que nadie espere una reacción más
o menos vigorosa a favor del mantenimiento de un modelo varias veces centenario
y expresión de humanismo civilizado.
Quien haya querido mirar habrá
observado con espanto la Sesión constitutiva de la XI Legislatura, presidida
por el ínclito Pachi para los amigos y españoles de bien, seguramente el mejor
posible. Y el espectáculo divertido para los que tienen a salvo su fortuna y la
de sus descendientes y patético para el Occidente culto y civilizado, de una
España castiza, con más vísceras que cerebro, con más estupidez que futuro. La
Sesión ha sido espeluznante, una pasarela de bobos maliciosos, de perroflautas
indignos que harán pagar en sudor y lágrimas a este pueblo que una vez
alcanzada la dignidad colectiva aun se cree con derecho a manifestar odio,
resentimiento y envidia que porta en los genes de su historia.
Y ahora
¿qué esperamos? Pues que termine la perversa negociación hasta conseguir lo que
las urnas no consiguieron, como dice el Padrino Mas. Es decir, acabar como sea
con las funciones del Gobierno en funciones y lo que representa. Y así, el
peligroso Zapasanchez se mueve con descaro indescriptible, a punto de
explotarle la ambición en su bella cara. Y ya digo, hace lo que sea menester.
Un día regañando paternalmente al coletas, niño enrabietado pero ante el que se
arrodilla en ruego de mesura en el apoyo a la sedición catalana, aunque sea de
boquilla. Otro, despreciando a Rivera para que luego el amor pueda ser más
intenso o facilitando la gestión parlamentaria a los enemigos declarados del
Senado y de la España constitucional.
Y
mientras, el fino Albert deshojando la margarita incolora de su ideología para
saber donde ubicar el huevo de su valor. Y Rajoy en funciones de no se que para
llegar no se donde, pero pareciendo ignorar que Pablete y su panda, son agentes
declarados y pagados de ese triángulo totalitario de las Bermudas que llega
desde Caracas a Teherán, pasando por Madrid, capital de la Europa
antiimperialista y anticapitalista del Sur.
Pues esto
habrá de resolverse con lo indeseado pero imprescindible. Es decir, unas nuevas
elecciones sin Rajoy ni Sanchez, a ver si el llamado noble pueblo español tiene
a bien no proceder a su suicidio colectivo y estúpido. Es dar nueva oportunidad
a la ruleta rusa. Mientras aquí estamos, a la espera.
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